POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Noviembre -y esto lo iremos desgranando en trabajos sucesivos- es, en cierto modo, un mes de contrastes. Tan pronto nos encontramos con días tristes y penitenciales, fríos y «avegosos», como damos un salto a jornadas primaverales (·»el veranín de San Martín») preludio de festivas actividades vecinales como son, por ejemplo, «les esfoyaces» y la matanza «del gochu».
Noviembre, y el Día de los Difuntos señala el inicio, fue tradicionalmente el «MES DE LES ÁNIMES». Un mes destinado al recuerdo de aquellas personas fallecidas que precisan oraciones, misas y sacrificios para redimir aquellas penas que sufren en el PURGATORIO y, así, acceder pronto a la gloria celestial.
El devoto cancionero popular testimonia con sus versos estas súplicas de las «almas purgantes»:
«En calabozos oscuros
almas están padeciendo,
y no dejan de dar voces
d´esta manera diciendo:
¡Ay!, ¡Ay!, ¡Ay!, que aquí me abraso;
¡Ay!, ¡Ay!,¡Ay!, que aquí me quemo.
Pedid al Señor bendito
que nos saque de este fuego…»
En muchos casos la súplica de oraciones y misas en pro de esta redención de culpas era dirigida expresamente a familiares directos del fallecido o fallecida:
«¡Mira que es tu padre propio
el que te hace este ruego,
que estoy en el Purgatorio
pagando culpas que tengo…!
A ti clamo, esposa mía,
a padres, hijos y hermanos,
que me socorráis os pido
por Cristo Crucificado.»
Otra forma de solicitar oraciones por los difuntos era, en la anochecida, situarse en el alto de un montículo cercano al pueblo o a la quintana rezando en voz muy alta tres Padrenuestros «por las benditas ánimas del Purgatorio».
Rezo que empezaba con el «¡Bendito sea el Santísimo Sacramento!» y solía finalizar con esta advertencia un tanto macabra:
«¡D´esti mundu llevarás
una mortaja y no más!»
En muchos pueblos asturianos se hacían procesiones nocturnas con rezos en favor de las «ánimas del Purgatorio» y de paso ahuyentar a la «Güestia» o procesión de espíritus en pena. En estas procesiones nocturnas, como cuenta Aurelio de Llano, participaban los fieles con faroles y velas encendidas, tocando una campanilla y entonando cantos fúnebres a la vez que pedían, casa por casa, donativos y limosnas para sufragar misas y aniversarios funerales.
Bueno, bueno, amigos míos.
Los tiempos modernos arrinconaron difuntos, güesties, ánimes y procesiones funerarias. Sea este nuestro recuerdo de lo que fue y ya no volverá.
Asturias sigue perdiendo.