NUESTRA GRAN INSTITUCIÓN CULTURAL EN NAVIDAD
POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA).
Claro que me estoy refiriendo a la Institución Gran Duque de Alba, nuestra gran institución de la cultura abulense que, como todos los inviernos en vísperas de las Navidades, nos reunimos sus miembros en asamblea, este año en Candeleda.
Pues sí, amigos lectores, me gusta asistir como miembro colaborador por dos razones fundamentales. Por estar en esa gran familia de la cultura, acompañar y recibir con cariño a los nuevos miembros. Y porque en esa reunión se puede ver y saludar a tantos amigos y compañeros, algunos que vemos con cierta frecuencia y otros que casi ves de año en año, pero todos al fin compañeros en esa empresa cultural tan valiosa, una Institución con una muy bien ganada fama de actuaciones, publicaciones, funcionamiento y realizaciones.
Amaneció el día con una fuerte helada, esas que tiñen de blanco la meseta, esas que producen una dura corteza de hielo en el cristal del coche, esas que exhalan vapores con la respiración. La verdad es que había que hacer verdadera intención, pero es una cita ineludible, además, en Ávila nos recoge un bus para el grueso más accidentado del viaje. Allí coincidí, entre otros, con dos compañeros de columna en el Diario de Ávila, José Ignacio Dávila. La misma escena del año anterior, un abrazo y viaje compartido. Pero me costó recordar muchas de las cosas que ya habíamos comentado. Él es un experto jurista, yo un humilde cronista de mi ciudad, y especialmente de temas históricos. Y José Pulido, que es más poeta, aunque periodista.
Candeleda es un regalo en el Tiétar, una población serrana, amable, hermosa y pintoresca que, además, goza de un clima super agradable y tiene sus características especiales. A caballo entre nuestra «Andalucía de Ávila» y la Vera de Cáceres, con El Raso como límite. Ese importante lugar arqueológico, el castro de los vetones.
Salí de Arévalo con -4º y allí había 7º… una diferencia sustancial.
La reunión se celebró en su auditorio municipal, ese anfiteatro empinado y moderno. Muchos saludos a amigos y componentes de esta institución, y los despistes, que también existen, y dicen que los tenemos todos. Pero yo digo que unos más que otros.
Después de las palabras de rigor en estos actos, llenas de calor humano y buena armonía, lo más emotivo de la mañana fue el homenaje a Luis Garcinuño, que fue el secretario de la Institución muchos años, ese hombre bueno al que yo apreciaba mucho, porque mi trato con él siempre fue afable y productivo. Sus orientaciones siempre fueron certeras, sabias y cariñosas.
Candeleda, la tercera población de la provincia, por habitantes, es una preciosidad, recostada en las faldas de Gredos que hacer de barrera a los vientos del norte. Yo la he conocido desde hace mucho, con rigores veraniegos, inviernos nunca fríos, y esas lluvias de tormenta fuertes de verano, como la que nos cogió aquel fin de semana de las corales, hace un par de años, con ese espectáculo final magnífico delante de su Ayuntamiento, con estreno musical incluido y canciones de siempre compartidas.
Y esa garganta de Santa María, una delicia veraniega que a veces se enfada y se torna turbulenta y temerosa, que recoge tantas aguas de Gredos para encontrarse poco más abajo con el río Tiétar, que hace de límite natural con Castilla-La Mancha.
