POR JOSÉ ORTIZ GARCÍA, CRONISTA OFICIAL DE MONTORO (CÓRDOBA)
Este Cristo es uno de los emblemas de la C/ Cervantes pese a lo diminuto de su capilla. Muchos visitantes quedan extrañados por la excepcional COSTUMBRE que advierten en algunos montoreños al pasar ante esta efigie de terracota, ya que es práctica común el persignase, casi sin darse cuenta, ante este pequeño Crucificado que conforma un Calvario singular.
El origen de esta imagen se remonta al antiguo Parador de San Antonio que existía en esta calle, que tras ser adquirido por don José Francés a mediados del siglo XIX, era la capilla aneja al molino aceitero más importante de la comarca.
Este centro molturador de aceituna llegó a expender aceite montoreño en Uruguay, Brasil o Argentina entre otras y cuyos documentos se pueden ver en el Museo del Aceite de Oliva de Montoro.
Este cristo parece que se levantó en el punto de inicio del segundo de los Vía Crucis montoreños creado en 1838 a expensas de don Manuel Madueño Villarejo. Éste consiguió fomentar esta devoción desde la Corredera de los Molinos (hoy C/ Cervantes) hasta el Humilladero de la Virgen de Gracia. Según palabras originales suyas fue construido con la finalidad “…de que muchos pobres miserables que no visitan el que ahí a la parte de la sierra por no tener ropa y calzado decente para atravesar lo más crítico del pueblo, lo puedan hacer con facilidad por este medio consiguiendo las indulgencias conseguidas por nuestro Santo Padre a los que devotamente lo visiten…”.