POR JOSÉ ORTIZ GARCÍA, CRONISTA OFICIAL DE MONTORO (CÓRDOBA)
Entre los fotogramas que las hermanas Muñoz-Cobo me facilitaron de su padre, D. Diego Muñoz-Cobo, se encuentra esta vista de la conocida Huerta de la Isla en torno a 1962.
La huerta de la Isla se forma en la primera curva del meandro de Montoro frente a las aceñas del Cascajar. Tenemos noticias de la misma desde el siglo XV y XVI donde se nos habla de arrendamientos de la huerta y la descripción de los árboles frutales que hace quinientos años se cultivaban en la misma, predominando el granado, manzanos, limones, perales, nogales y alguna moreda. La tabla de sembradío se regaba con la noria de tiro que existe en la actualidad, mediante el empleo de cangilones y la fuerza de animales que daban vueltas en círculo sobre la misma.
En ocasiones las personas que vivían en este lugar debían de estar muy pendientes al agua ya que en caso de lluvia copiosa, se podía producir la subida repentina del Guadalquivir y dejarlos aislados durante semanas. Sabemos que esto casi ocurrió a mediados de los sesenta en dicho lugar cuando los hortelanos tuvieron que salir de dicho emplazamiento de madrugada, con el agua a media altura y portando a una mujer mayor impedida.
El nombre se puede intuir de donde proviene, y la famosa frase montoreña: «el río le ha echado el brazo a la Huerta de la Isla», y es que al estar sobre un promontorio casi en el centro del cauce del Guadalquivir, al subir el mismo por las lluvias se forma este islote y la vista de un Puente Mayor que se robustece para paliar los envites de las aguas