El Anuario número 15 de ‘Crónicas de Canarias recoge el trabajo de Rafael Sánchez Valerón sobre los ‘Cementerios Católicos de Ingenio y Carrizal’-

El pasado mes de enero fue presentada en la Villa de Güímar en Tenerife la edición número 15 del anuario Crónicas de Canarias correspondiente a 2019 que recoge trabajos de cronistas de distintas islas, entre ellos del representante de Ingenio, Rafael Sánchez Valerón, que aporta el trabajo titulado ‘Cementerios católicos de Ingenio y Carrizal’. El escrito está profusamente ilustrado con fotos y maquetas de distintas épocas de los tres cementerios del municipio, así como de los personajes que de alguna manera contribuyeron a su construcción, planos originales y esquemas.

Dividido en diferentes epígrafes comienza con los antecedentes sobre enterramientos de vecinos de la jurisdicción en los templos de San Sebastián y Convento de las Nieves de Agüimes y de manera ocasional en las ermitas de Nuestra Señora de Candelaria de Ingenio y Nuestra Señora del Buen Suceso de Carrizal, dedicando un apartado a los registros parroquiales en los libros sacramentales, el ritual y traslado de difuntos. Al primitivo cementerio de Ingenio, bajo el nombre de la patrona, se dedica un amplio apartado desde su construcción en 1815, coincidente con la creación de la nueva parroquia hasta la década de 1940 en que dejó de usarse, con especial mención a las distintas reformas y el litigio mantenido entre la Parroquia y el Ayuntamiento por su propiedad, y su secularización durante el periodo republicano, etapa en la que se gestó la construcción de uno nuevo en la Montañeta, bajo el nombre de Santo Cristo, bajo iniciativa y proyecto municipal, vigente en la actualidad, con las diferentes fases de su construcción y puesta en servicio en 1949.

El cementerio de Nuestra Señora del Buen Suceso de Carrizal queda enmarcado al cumplirse el centenario de su construcción en 1919 gracias a la generosidad y trabajo de los vecinos con planos del arquitecto Fernando Navarro y bajo la iniciativa parroquial del sacerdote Juan Martel Alvarado. Termina el trabajo con la descripción de los distintos lugares donde se inhumaron difuntos durante la epidemia de cólera en 1851 y una página dedicada a las anécdotas.

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