POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA
La familia de productos que se cría en el campo es tan rica como numerosa, ha sido el hombre quien la ha limitado en multitud de ocasiones, limitándose a grandes explotaciones y en general ignorando esa inmensa familia de hermanos menores que por su variedad, valores y singularísima características, constituyen auténticas joyas, acaso olvidadas por estar a ras del suelo, ignorando sus valores, que los hay y a veces en proporciones sorprendentes.
Uno de estos valores lo constituye la micología, hoy en pleno desarrollo, sin más gasto de cultivo y mantenimiento que un mínimo de respeto y cuidados en la recogida. Junto al campo micológico, este mundo moderno en el que vivimos ha comprendido que hay bastantes más cosechas silvestres cuyo aprovechamiento ofrece infinidad de posibilidades y cualidades en determinados casos y ejemplos que días pasados nuestro diario publicaba la noticia de esas interesantes y siempre bien venidas relaciones de ese activo campo de Aliste y sus entornos y Trás-os-Montes, entre los cuales se comienza a aprovechar esos productos como el arándano, la frambuesa, 1a grosella y la mora, en cuyas tierras, montes y arroyos junto a ese microclima que suave y delicadamente llega desde el gran surco del Duero constituye un aprovechamiento no solo nuevo y atractivo, sino interesante por todos los conceptos. Llama la atención que estas tierras una vez más sean las comarcas que arrancan en iniciativas que constituyen auténticos aciertos, comenzando por esa revalorización de ese mundo rural que se sostiene a través de los dos grandes conceptos de la agricultura y la ganadería, cuando hay y existe con grandes posibilidades ese campo que vamos a llamar de menor cuantía, pero que ofrece un inmenso mundo de oportunidades. La cita de esas cuatro referencias ya están levantando optimismo, que ya es bueno como aliciente.
Hay otro producto que en la geografía denominamos cosechas silvestres, hoy según se ve en fase de cambiar de valor que es la trufa, esa variedad aromática de criadilla de tierra, que en los terrenos citados como en los del sur del Duero, principalmente en el cuadrilátero sayagués, adquirió en las décadas del veinte y treinta del pasado siglo un significado muy temporal, pero muy importante y bastaría repasar algunos diarios de la época citada para sorprendernos de los precios que alcanza la trufa en el mercado de la ciudad.
Pasada las fechas citadas concretamente en la zona de Sayago no se ha vuelto ni siquiera a hablar de tal cosecha.
A través de los medios es verdaderamente asustante los precios que en las provincias donde se explota alcanza. Quede aquí un recuerdo a la trufa y un aviso a caminantes para buscar y rebuscar al norte y al sur del Duero, recordando el refrán de su época de búsqueda que se dice así «si en marzo truena la trufa fuera y si no truena, ni dentro ni fuera»
No olviden nuestros amigos esta cosecha silvestre de nuestras tierras, recordándoles, simplemente como referencia los precios que este producto alcanza en los mercados de la gastronomía.
Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/