POR JOSÉ MARÍA GOLDEROS, CRONISTA OFICIAL DE GRIÑÓN (MADRID).
Se celebró en 2021 el Octavo Centenario del nacimiento del rey de Castilla y León, Alfonso X “el Sabio”. También en diversas ciudades y como no podía ser de otro modo en nuestro Ciudad Real. En efecto, los cronistas señalan hoy en Ciudad Real, la obligación de trasladar a las nuevas generaciones la necesidad de dar a conocer nuestra verdadera historia. El rey Alfonso X aspiraba a gobernar y guerrear con mano dura, a la Orden de Caballería de Calatrava, cuyo objetivo por siempre fijado fue el de hostigar a los villarealeños hasta arrojarlos de sus tierras calatraveñas. Los años del reinado de Alfonso X (1252-1284), fueron esencialmente fructíferas en el ámbito cultural. Ciudad Real le debe considerables favores “al sabio rey”. El mecenazgo artístico y literario fue magníficamente documentado con creciente importancia a partir del siglo XIII, que el rey Alfonso X se encargó de inspirar.
Alfonso X fue un rey entregado al conocimiento, donde ciencia y magia iban asidos de la mano. De hecho, el monarca fue artífice de un trabajo que sirvió de reflejo de la época en la que vivió y que, además, sentó las bases que destacó en la parte literaria e histórica, pero sus logros no se detuvieron ahí. El rey estuvo calificado como uno de los expertos audaces en los juegos ya que su “Libro de los juegos”, estuvo preciso principalmente en el ajedrez. El rey de Castilla fue también un renovador en el campo de la astronomía combinada con la astrología, así pues en su honor existe un cráter en la Luna bautizado como “Alphonsus”.
En otro orden de cosas, las “Tablas alfonsíes” recogían la distribución exacta de los cuerpos celestes que se veían en el firmamento. La obra que se atribuye a Alfonso X no fue, ni mucho menos, escrita totalmente por él. El Sabio se ganó el dicho renombre por haber tenido la destreza de rodearse de un excelente grupo de expertos; científicos, poetas, magos, traductores y eruditos, además de la fantástica “Escuela de traductores” de Toledo.
El patrocinio literario del rey Alfonso es un hecho bien conocido, con importancia creciente desde el siglo XIII, la forma en que Alfonso X se encargó de impulsar la cultura tiene unos rasgos de la producción alfonsí. La corte de Alfonso se distingue frente a otras próximas, por el uso de la lengua vernácula y por la existencia implícita de al menos de un programa cultural destinado a proporcionar obras de referencia. Además, la posición de Alfonso como mecenas muestra caracteres propios: El prólogo al “Libro de la ochava espera” asevera que el rey revisó el resultado final, aunque no consta si se refería a contenidos o al lenguaje.
Es evidente, que Alfonso X el Sabio, sabía el lugar de honor y de privilegio que alcanzaría en la Historia de España. Y sabemos cómo “Villa Real” fue fundado por Alfonso X el Sabio en 1255, hasta el momento que el rey Don Juan II de Castilla le otorgase el título de “ciudad” en 1420, curiosamente y a pesar de que hay constancia y acuerdo entre los cronistas del siglo XV, “lo que más llama la atención de los historiadores es que si lo hubo, el privilegio de ciudad, no hay
constancia de su existencia escrita en ningún archivo, ni en la Chancillería real o en el Archivo Municipal de Ciudad Real, según los estudiosos. Lo que sí se sabe es que al menos hasta 1420 recibió el nombre de “Villa Real”, pero en 1420 o 1423 se le nombra ya como “Ciudad Real” pero la Carta Puebla se sospecha de su desaparición. No cristalizó en Ciudad Real la Chancillería y después de diez años fue trasladada a Granada, ya que los funcionarios se encontraron con un Ciudad Real que no poseía las mínimas condiciones en alojamientos y hasta ciertas comodidades, y ello influyó en la medida del traslado. En el siglo XV Ciudad Real no era población importante, ni de buen número de habitantes.
Se sabe que Alfonso tuvo un estrecho contacto con sus colaboradores y que fue responsable del diseño integral de su producción. “Las Cantigas de Santa María”, encierra una intromisión menos decisiva. En efecto, en este sentido, parece que el rey decidió el comienzo de las observaciones astronómicas y sus objetivos, pero no tuvo una implicación directa.
El 4 de abril del año 1284, en la ciudad de Sevilla moría Alfonso X de Castilla llamado “el Sabio”. El rey Alfonso X fue un intelectual de alto horizonte, con una enfermedad en el rostro, es decir un cáncer maxilofacial, en cualquier caso, le llegó a provocar enormes dolores de cabeza. La intelectualidad de Alfonso X le vino influenciado de su madre, Beatriz de Suabia. En la Corte mezcló la humanística que procedía de Aristóteles y las traducciones de Averroes. Dejando un gran y rico legado a su hijo Sancho IV, a pesar de las desavenencias entre ambos. En ese momento, Villa Real era aún un lugar intermedio entre una aldea o un caserío. Su MUCU estatus jurídico dependiente directamente de la Corona era “una especie de privilegio” ya desde el siglo XII. Las crónicas dicen que fue en 1420 (165 años más tarde de la fundación) cuando el rey Don Juan II de Castilla, padre de Isabel la Católica, le concedió el título de “ciudad”, a petición de los cuadrilleros de la Hermandad Vieja de Villa Real. El cronista Hernando del Pulgar, cuenta que, en efecto el rey Don Juan II marchó del castillo de Montalbán, una vez liberado el rey, otorgando a Villa Real el privilegio de ser “ciudad”. Y el cambio de rango de “Villa Real” por “Ciudad Real” fue otorgado. Corría el año 1420.
FUENTE: J.M.G.V.