POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
No me gusta ser esclavo de nada pero para mí es una necesidad, como el comer, y un placer. De pie fortalece la columna, boca abajo se me cae la baba, patas arriba veo el cielo; sólo y a diario es lo que mola, aunque corra el riesgo de quedarme ciego; lo hago en el baño, en la cocina, en el ascensor, cuando viajo en autobús, con o sin compañía. La frecuencia estimula la imaginación, y en grupo de vez en cuando, por cambiar experiencias y dar a conocer mis gustos. En las escaleras, en el atrio de una iglesia, sobre mi regazo, entre plato y plato, en lugar de la siesta, arrimado a un árbol, a la luz de una farola, poco antes de dormir o nada más despertar, dabuti. En mi adolescencia lo hice de rodillas, sometido por una profesora de Literatura, y me dolió, vergüenza me da contarlo, pero fue por mi bien. Lo recomiendo para cualquier edad. Hablo de los libros y de la lectura.
Fuente: http://www.lne.es/