EN LAS AFUERAS DE LA CIUDAD, CAMINO DE PORTUGAL, SOBRE EL GUADIANA, LOS RESTOS DEL PUENTE DE AJUDA, HA SIDO MAGNÍFICAMENTE ESTUDIADO POR EL CRONISTA OFICIAL LUIS ALFONSO LIMPO PÍRIZ
Dice la leyenda que la tarta técula-mécula significa para ti, para mí, que es un símbolo del trajín histórico al que ha estado sometido Olivenza, unas veces portuguesa, otras veces española, y que la receta se la dio un huésped a la familia Fuentes en pago a su hospitalidad. Esa es la leyenda, que si no es cierta, sí que está bien contada y tiene su gracia. Más rigurosa parece la información que nos facilita José Antonio González Carrillo, estudioso de la realidad y la historia oliventinas. «Creo que esa leyenda es falsa. La técula mécula procede del convento de Flor da Rosa, en Crato. Lo de tecu-mecu… para ti, para mí, más que una metáfora de la historia de Olivenza, para Portugal, para España, parece un invento de marketing. En Portugal se conoce solo como técula», nos contaba González Carrillo. Más allá de tartas y leyendas, la historia de Olivenza empieza con la ocupación árabe, sigue con la reconquista cristiana por los templarios y continúa con su adscripción alternativa a España y Portugal hasta que en 1801 se incorpora definitivamente a lo que hoy es provincia de Badajoz.
Guiados por la formidable torre del homenaje que preside la localidad, levantada en el siglo XV, mientras que el castillo actual fue mandado construir en 1306 por el rey portugués D. Dinís, llegamos al entorno de la fortaleza y aparcamos en una amplia plaza. Accedemos a la antigua ciudad por la puerta oriental o de Alconchel y enseguida nos atrapa la gracia de las calles blancas, las casas señoriales muy bien restauradas, las plazas recoletas y agradables y los monumentos fundamentales, que se van sucediendo cada poco. El primero es la iglesia de Santa María del Castillo, que fue la iglesia matriz, o sea, madre, inicial, primera, de la Olivenza portuguesa y tiene ocho siglos de historia.
González Carrillo, que ha dedicado su libro ‘Matriz’ a esta iglesia, la explica: «Hubo un primer templo, que se encontraba en estado ruinoso en el siglo XVI. Con la Unión Ibérica y el reinado de los Felipes en toda la Península, la iglesia se vuelve a levantar. Es el templo majestuoso que hoy podemos admirar, testigo silencioso de la evolución de las culturas portuguesa y española en la localidad».
Entramos en el templo, que abre por la mañana y por la tarde, tiene personal atendiéndolo a la entrada y una hucha donde se puede depositar la voluntad. Lo mismo sucede en la otra iglesia fundamental: la de la Magdalena. La iglesia Matriz de Santa María del Castillo permite disfrutar tranquilamente de la belleza y la tranquilidad del lugar, admirar la capilla donde se muestran varios pasos muy expresivos de la Semana Santa oliventina y extasiarse ante una de las joyas de la corona del arte extremeño: el árbol de Jesé.
Pegado a esta iglesia se encuentra el castillo. No podemos perdernos su museo etnográfico, sin duda, el más completo y sorprendente de Extremadura en su género: una auténtica delicia culminada con la ascensión a la imponente torre del homenaje. Tras la visita a la iglesia matriz y al museo, callejeamos por Olivenza. Aquí, el Palacio de los Duques de Cadaval con su genuina portada manuelina, hoy ayuntamiento precioso de la ciudad. Allí, la Casa de Misericordia.
«La Santa Casa de Misericordia, tesoro arquitectónico y única institución en España que conserva la fisonomía de una Misericordia portuguesa. Estas Misericordias portuguesas proceden del siglo XVI y cumplían una función social: curar a enfermos, sepultar a muertos, atender a presos. Son instituciones semiprivadas con ayuda pública», explica González Carrillo.
La Santa Casa de Misericordia de Olivenza se encuentra frente a una institución gastronómica oliventina, la pastelería La Chimenea, cuyas tartas de almendra laminada y cuyos piononos con crema pastelera y azúcar quemada son únicos, al igual que su amplia selección de dulces en los que se sustancia la influencia de las resposterías extremeña y portuguesa. En nuestro paseo, camino de la plaza de España, repleta de terrazas y comercios, nos encontraremos con la otra perla golosa de la localidad, la pastelería Fuentes, que tiene registrada la técula mécula, tarta inolvidable que la familia Fuentes borda.
En un extremo de Olivenza, la moderna fortaleza inspirada por Vauban, mirando a Portugal y con la puerta del Calvario como elemento artístico referencial. Además, el hospital de San Juan de Dios, el convento de San Francisco, los cuarteles de Artillería y de Caballería. Pasear por Olivenza nos lleva de sorpresa en sorpresa.
González Carrillo es especialista en la Olivenza oculta: una gárgola, un reloj de sol, las chimeneas con sus cruces de salvación, los grafitis medievales del castillo… En las afueras de la ciudad, camino de Portugal, sobre el Guadiana, los restos del Puente de Ajuda, magníficamente estudiado por otro investigador imprescindible de la historia y el patrimonio de Olivenza: el cronista oficial Luis Alfonso Limpo Píriz. Y en el centro de Olivenza, un monumento capital: la iglesia de la Magdalena. Empieza a construirse en 1510, auspiciada por el obispo de Ceuta, Enrique de Coimbra, que había establecido en Olivenza el lugar de residencia del obispado de África y está enterrado en la iglesia.
La Magdalena es pura fascinación. Los pilares torsos que separan las naves asombran, el arco festonado antes del altar mayor emociona, los azulejos portugueses blancos y azules de las paredes laterales anonadan y los retablos del altar y las capillas nos dejan boquiabiertos. No hay nada parecido ni en Extremadura ni en el Alentejo: se ha convertido en punto de peregrinaje de las excursiones de portugueses que llenan Olivenza los fines de semana.
Las fiestas oliventinas son intensas y tienen mucha personalidad: la Feria del Toro, el Día del Señor dos Passos, que es el patrón de Olivenza y se celebra el domingo anterior al de Ramos. La Maya, las Muñecas de San Juan, Oliventia, las ferias y fiestas de agosto, las diferentes fiestas de las aldeas y una Semana Santa que, según González Carrillo, «no es castellana ni andaluza, es portuguesa. El jueves y el viernes de pasión, salen en procesión dos cofradías oliventinas, fundadas en el siglo XVI. Son la cofradía de la Hermandad de la Misericordia y la de Nuestro Señor Jesús de los Pasos. Sus cofrades llevan un uniforme único en la Semana Santa española, la opa, una especie de funda o capa portuguesa típica de las cofradías lusas».
Impregnados de lo portugués y lo extremeño, dejamos atrás esta ciudad fascinante, pero no nos alejamos de la frontera porque el último destino de nuestro viaje es también rayano y muy simbólico: Alburquerque.
Fuente: http://www.hoy.es/ – J. R. Alonso de la Torre