POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Muy pronto se hará realidad este refrán: “Por Santiago, pinta el vago; pinta la uva que está madura. Pinta el melón y el melocotón”, porque julio acarrea olores a pámpanos y racimos. Porque mañana llega la Virgen del Carmen y suena suspirando el aire de los abanicos. Porque en este tiempo, en las largas tardes, las calles viven una paz y un silencio absoluto.
No hay ni un alma por ellas en las horas pacíficas de la siesta. Hoy traigo a nuestro querido Montijo que a veces no vemos.
Desde el recuerdo de una construcción, efeméride, suceso o acontecimiento. Están sobre piedra, azulejo, enlucido, mármol, madera o forja. Algunas siguen estando ahí, a la vista de todos, pasando para muchos desapercibidas.
Hoy no son esos elementos constructivos los que se asoman desde las fachadas, esquinas y balcones. Hoy es lunes, el tiempo marca el meridiano de julio. La parra aflora en un balcón de una vivienda de Montijo. Pocos balcones exhiben el verdor de sus hojas que, en unos meses, sacará el color cobre por la melancolía que traerá el otoño.