POR JUAN JOSÉ LAFORET HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (LAS PALMAS)
Títulos clásicos, muy atractivos, como el ‘Nabucco’ de Verdi que en junio clausura la Temporada, pero también obras que son una verdadera joya, pese a no ser habituales en las programaciones, como la de Domenico Cimarrorosa, uno de los grandes maestros de la ópera bufa italiana, ‘Il matrimonio segreto’.
La ópera ‘Sal y pimienta de la vida’ era el lema de una sugestiva cartelería con la que, en la primavera del año 2000, la Opéra Royal de Wallonie, en Lieja y su entorno, promovía y resaltaba lo que este género musical significaba no ya en el orbe musical, sino de la cultura cotidiana. Un momento en el que allí se estrenaba la escenografía para una producción de ‘El Barbero de Sevilla’, que había sido diseñada y elaborada en los talleres de Amigos Canarios de la Ópera en Gran Canaria.
Pues ‘sal y pimienta’ fue también ya la ópera para la población de Las Palmas de Gran Canaria en particular, como de toda la isla en general, en aquellos años finiseculares de finales del siglo XIX y comienzos del XX cuando la sociedad isleña afrontaba un intenso proceso modernizador, que contribuyera al progreso insular en todos los sectores, y en gran medida gracias a la presencia creciente y notable del Puerto como eje de una vital encrucijada atlántica. La música, desde siglos atrás, pero en especial desde décadas antes, era ya una de las fortalezas culturales grancanarias, que contaba no sólo con la riquísima tradición y producción de la Capilla de Música de la Catedral de Canarias, sino incluso con la primera Sociedad Filarmónica de toda España, y no se arredraba la ciudadanía, sus instituciones sociales, a la hora de proponer iniciativas y espectáculos musicales, de que se construyeran teatros aptos para la puesta en escena de óperas y zarzuelas como el Teatro Cairasco y luego el Pérez Galdós, o de lograr que por la isla aparecieran destacadas figuras del bel canto, grandes orquestas y afamados directores y compositores.
Esto lo resaltaba, el pasado miércoles 10 de enero, en una sugerente intervención, durante la presentación de la 57 Temporada de Ópera de Las Palmas de Gran Canaria – Alfredo Kraus, el concejal de cultura capitalino Adrián Santana García, al recordar, en este año que la Temporada grancanaria también se suma a la conmemoración internacional del centenario del fallecimiento del gran maestro Giacomo Puccini (1858-1924), que el autor de obras como ‘Tosca’ o ‘La Bohème’, que subirán a la escena del Pérez Galdós en febrero y marzo, fue acogido en Las Palmas de Gran Canaria con enorme expectación en junio de 1905. En efecto, y como reseñó la prensa local del 7 de junio de 1905, «En el vapor italiano Saboya, que hizo escala hoy en este puerto, marchaba a Buenos Aires, para dirigir personalmente algunas de sus inmortales obras el célebre compositor Puccini, autor de Tosca y La Bohéme. El maestro aprovechó las pocas horas que se detuvo el buque para visitar la población». Un viaje hasta la isla en el que también venía el propietario de la célebre pastelería ‘La Perla’, Agustín Pérez, acompañado de su hija. Una pastelería que era ineludible aquí en los días de ópera, de conciertos, de la Navidad o del Carnaval, y que de seguro conoció y disfrutó, en algunas de sus nueve estancias en la isla en aquellos años, Camille Saint-Saëns; tiempos en los que cantó en el Pérez Galdós el gran tenor Roberto Stagno, o en los que el tenor Enrico Caruso visitaba el Gabinete Literario, y una isla que siempre se distinguió ante los artistas que llegaban y ante la prensa local y foránea por el carácter de su público, algo que impulsó al periodista Melitón González, en un artículo publicado en abril de 1917, bajo el título de ‘Un público ideal’, a señalar que «ya lo sé, lo sé porque ese público ideal, cuyo logro es aquí un sueño de hadas, lo he conocido y admirado en Las Palmas de Gran Canaria hace catorce años», precisamente, en el Teatro Pérez Galdós.
La concurrida presentación de la 57 Temporada, con la presencia de representaciones de todas las instituciones públicas locales, autonómicas y nacionales implicadas en el patrocinio y apoyo a su celebración, junto con la recuperación récord que ha tenido tras el cierre por la epidemia de covid, o por la existencia de un público fiel y de más de mil socios de ACO, que se renuevan constantemente, hace que también en la actualidad podamos pensar que la ópera no sólo siga siendo una seña de identidad cultural grancanaria, sino verdadera sal y pimienta de la vida local, donde Amigos Canarios de la Ópera se ha instituido, en las últimas décadas del siglo XX y primeras del XXI, como un verdadero y sólido instrumento de prestigio cultural de esta capital atlántica y cosmopolita.
No sé si aún es pronto para hablar de la existencia de un ‘turismo cultural’ en Gran Canaria, si se tienen en cuenta los parámetros en que esta modalidad o especialidad viajera suele moverse, con unas cuotas de negocio y de prosperidad que aturden sólo de escucharlas. Sin embargo, si es verdad que no se está demasiado lejos, incluso en los ámbitos y contenidos más clásicos. Hace años ya lo señaló, con enorme acierto, el entonces director del Festival de Internacional de Música de Canarias Rafael Nebot, que en 1988 ya hablaba de cómo «en estos últimos años hemos logrado dar un prestigio cultural a Canarias en todo el mundo, ajeno al sol y las playas», que sin lugar a dudas, con activos de infraestructura como los que constituyen el Auditorio Alfredo Kraus o el Teatro Pérez Galdós, junto con otros más recientes, de Las Palmas de Gran Canaria, y la cadena de eventos musicales de primer orden que jalonan cada año la vida cultural de la capital grancanaria, capital cultural atlántica de primer orden -piensen lo trascedente que resulta ver como el mismo día 10 que se presentaba la 57 Temporada de Ópera, comenzaban los conciertos del Festival Internacional de Música, al que en febrero la ópera tomará el relevo hasta junio, cuando comienzan los eventos del Festival de Teatro Música y Danza de Las Palmas de Gran Canaria-.
La calidad de las temporadas de ópera grancanarias está más que probada, como también acontece en esta 57 edición, en la que una vez más, y como resaltaron el presidente de ACO, Óscar Muñoz, y el director artístico, Ulises Jaén, será posible disfrutar de un elenco de primera categoría internacional, y todo ello con un presupuesto infinitamente menor que el de muchas otras temporadas españolas o europeas en general. Títulos clásicos, muy atractivos, como el ‘Nabucco’ de Verdi que en junio clausura la Temporada, pero también obras que son una verdadera joya, pese a no ser habituales en las programaciones, como la de Domenico Cimarrorosa, uno de los grandes maestros de la ópera bufa italiana, ‘Il matrimonio segreto’ (1792), que es un estreno en el Pérez Galdós, con Lorenzo Coladonato al frente de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, reconocida por los intervinientes en este acto de presentación como «una de las mejores, sino la mejor, orquesta de España en la actualidad». También se aplaudió la propuesta de ACO de ofrecer constantemente la posibilidad de asumir roles en los distintos títulos a cantantes canarios que se forman dentro y fuera de las islas, pues están apareciendo voces de enorme interés. En cuanto a la escenografía es magnífica la idea de ACO, fruto de la experiencia de su larga trayectoria, como la de su actual director artístico, de reciclaje de sus recursos escénicos, que también se alquilan a otros festivales.
Sin duda, la ópera se vive con intensidad en todos los círculos artísticos de la capital grancanaria, trasciende a la ciudadanía y se convierte en exponente de las inquietudes culturales de su población, sal y pimienta que hace vibrar la vida cotidiana.
FUENTE: https://www.canarias7.es/cultura/opera-sal-pimienta-cultural-grancanaria-20240113104925-nt.html