Angel, Angel Esteban Calle, tu nombre me sabe a pueblo, a tu pueblo segoviano, de Casla.
Eras y eres casliego de pura cepa y ahora haces honor plagado de amor a tu nombre de Ángel de la Guarda, a la vez que angelizas la calle con tu nombre y apellido.
Mira tú por donde, el Ayuntamiento, que es la Casa del Pueblo, te honra hoy con una placa de recuerdo para memoria de todo el pueblo y memoria del forastero que se acerque a él. Sigues, por tanto, con nosotros, aunque te hayas ido por el covid hace un año a gozar del cielo, tu segunda morada para la eternidad.
Pues muy bien. Te lo tenías merecido. Habías acumulado más méritos que nadie a tu alrededor.
Míranos desde ahí arriba. Y bájate de cuando en cuando a través de los rayos del sol o a través de las gotas perlas de la lluvia, o cuando la sábana blanca de la nieve cubra la falda de la Sierra de Guadarrama, que se alza enfrente del pueblo, tu pueblo.
Bájate, por ejemplo, cuando celebremos tus menestras con carne de toro o cordero y cantemos y bailemos después en las eras de la pradera las jotas segovianas que tanto te gustaban.
Tantos días y tantos años juntos no podían fructificar más y mejor que contigo, que colmabas de atenciones a los que te acompañaban en los numerosos concursos que proponías a los ciudadanos. ¡Va por ti, Ángel de la Guarda nuestro!. Fuente. A.S,P.