OS DESEO UN FELIZ 2025.
Ene 02 2025

POR AGUSTÍN DE LAS HERAS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIELAGOS (MADRID) 

Cuando pienso en el paso del tiempo siempre me viene a la memoria la misma melodia, el momento musical n°3 de Frank Schubert en Fa menor del Op.94 D 780.

Y aunque hace unos días le decía a una buena amiga que nunca mirara por el retrovisor de la vida, a no ser que fuera para comprobar que se alejaba de un paisaje que no le gustó, no está mal pararse y recordar. Eso sí nunca quedarse pegando patadas a la misma piedra del camino y siendo consciente que el pasado nunca lo cambiarás.

Pero acabando el año echo la vista atrás.

Empezaba 2024 con la reminiscencia de la emisión del programa sobre Valdepiélagos en Ruta 179. Una experiencia que me hizo conocer a Fernando, periodista y buen amigo desde entonces.

Artabán me trajo de regalo dos entradas para ver al Comandante Lara junto a Antonio, mi primo cuñado, que me hizo pensar en la célebre frase de Jorge de Burgos, el bibliotecario ciego cuando se dirigía a Guillermo de Baskerville tras requerirle éste previamente el segundo libro de poética de Aristóteles. Le decía que «La risa mata al miedo, y sin miedo no puede haber fe, porque sin miedo al diablo ya no hay necesidad de Dios». Pues, yo simplemente río, sin pensar en el diablo.

El 27 de enero se clausuró la celebración del VIII centenario del Fuero de Talamanca después de un año de eventos en todas las villas que se beneficiaron de él.

A finales de febrero disfruté de una exposición de pintura a cargo de Manuela González. Precioso descubrimiento de la autora y de su obra. Y en el ágape de dicho evento hablando con valdepielagueñas me contaron del «otro» alemán. Yo conocía a Karl Tichmann, «el tío Chisma», pero no había oído hablar de «el Tío Loco», cuyo verdadero nombre era Frits Knipa, médico alemán que no era ni médico ni alemán, cuyos últimos años vivió en la calle de las Parras en Valdepiélagos, dando lugar a sucesos y chascarrillos. Una figura descrita en el libro de Wayne Jamison, «Doctor Pirata» cuyo último y desconocido capítulo se escribió en la memoria de Valdepiélagos sin que los vecinos fueran conscientes de ello.

Y aquella exposición de Manuela me llevó a conocer también a otro valdepielagueño pintor, Buenaventura Antonino González Chicharro, autodidacta, ya fallecido, que plasmó en su obra un verdadero arte. Y el padre me llevó al hijo, Luis Maria González, ilustre amigo pescador en belenes, y pregonero, y el mejor conocedor de la historia del metro de Madrid y defensor de todo lo castizo de la capital.

El mes de marzo nos regaló la primera y no última quedada de quintas y quintos de sangre valdepielagueña, los de una gran cosecha, la de 1965. Siempre une haber nacido en el mismo año porque los vientos y los colores han sido parecidos, también las tormentas. Abril me llevó por primera vez este año a Extremadura. En Orellana de la sierra descansé unos días de la batalla diaria.

Y el día 20 me invitaron a una boda. Se casaba Elena, hija de mi prima MariCarmen, hija a su vez de mi tio Fernando, hermano de mi madre. Fue un día de encuentros. Recuperé en ella a mi primo Germán, parte de mi casi desconocida familia materna a la que la historia y las historias ajenas nos separaron. La vida aun regala alguna felicidad y este acontecimiento me llevó a saber de un primo salmantino, Jose Luis, hijo de una hermana de mi madre, Inocencia.

Y el 14 de mayo me concedieron ser pregonero de las fiestas de Vadepiélagos junto a MariCarmen y Elisa. Honor, me dijo mi gran compañero cronista Constantino Mediavilla, lamentablemente fallecido unos días después.

Y honor fue que mis compañeros cronistas de Madrid, un día antes del pregón, me eligieran como presidente de la Asociación de Cronistas Madrileños ACROMA. Cuando me nombraron cronista prometí llevar el nombre de Valdepiélagos muy lejos. Intentaré durante cuatro años dar valor a la Asociación. Luego pasaré el testigo. Creo en la diversidad de proyectos y tengo compañeros muy preparados.

El final de la procesión de San Isidro me descubrió, gracias a Jose Ignacio Gil, una línea de investigación que me hizo conocer a los nietos y biznietos de Luisa Llopis, dueña del Coto San Benito hasta los años 50 del siglo XX. A los que se unieron los descendientes de Juan Bautista Esquer, el arquitecto que diseñó el ayuntamiento de Valdepiélagos. Este acercamiento se materializó en un día de visita en el mes de noviembre al coto y al pueblo.

En junio se graduó en Derecho mi hija Virginia. Y eso es una forma de ver que el tiempo pasa y no espera. Enhorabuena por tu trabajo Virginia. Y llegó el verano. Y volví al camino del destierro. Y la ribera del Pilde fue el lugar donde me evadí y me reuní con amigos de la infancia. Y sí, con el sargento de Huerta incluido. Puedo decir que fuí al colegio con él y ganamos juntos partidos de baloncesto.

Y mientras me negaba a ir a Grecia con mi mujer y mi hija, me escapé a un destino al azar al norte de Burgos, cerca de Frías. Y el Hotel rural El Molinar, en Ranera, fue mi destino. Teresa y su marido me cuidaron, y los habitantes del valle me ampararon en conversaciones que enriquecen el alma. Antes de saber hablar hay que saber escuchar y cualquier persona que te regala su experiencia te está dando lo mejor de si mismo.

Calpe y Brazacorta me dieron cobijo para evadirme y ya en el mes de septiembre viajé por segunda vez a Extremadura. Participe en XLIX Congreso de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales que tuvo lugar en Merida. Aún no soy un emerito jubilado pero esta ciudad es otro lugar donde descansa el espíritu.

Y en el día de su cumpleaños me quedé sin mi tía Ina. Tuve que decir adiós a una tía que en los últimos años me trataba como un hijo, que mi hija era tratada como una nieta, la queria, nos quería mucho más que una tía. Cuando en los últimos tiempos me decían que cualquiera de mis logros le producía alegría, mi vida tomaba un sentido más amplio. Tu voz la llevaré en mi pensamiento mientras viva. Y aunque una vez mientras me cambiaba mi madre siendo yo bebé, me cogiste de los pies y me pusiste bocabajo desnudo en el aire, nunca sabrás lo mucho que aprendí a quererte. Cuidanos desde donde estés.

Y con la reciente noticia de la publicación de mi último libro «Historia de un patio» que presumiblemente se presentará en varios lugares a partir del mes de enero podría estar triste porque no lo leerás. Pero se que cuando era un simple manuscrito, Cristina te lo leyó.

El colofón del año fue el domingo en Valdepiélagos escuchando rondalla y coro. Mi penúltima crónica del 2024 fue para sus integrantes.

He tenido mucha suerte de encontrar en el camino de este pasado año a excelentes personas, conocerlas, compartir instantes y dejar estampas en forma de crónicas. Tanto el presente como la investigación del pasado me ha llevado a publicar ya 211 crónicas que, sólo en el blog, han tenido más de 7.000 visitas.

Me quedo con esas benditas reuniones de amigos, como las llama Esther, con las conversaciones que haya podido tener con vosotros, con vuestras miradas, vuestras sonrisas y en definitiva con todos los instantes que me habéis regalado. Gracias por ayudarme a vivir.

Intentemos dar una nueva vuelta al sol los próximos 365 días, 6 horas, 9 minutos, 9 segundos y 733 milisegundos… Feliz 2025. Besos y abrazos.

FUENTE: https://cronistadevaldepielagos.blogspot.com/2024/12/cronica-os-deseo-un-feliz-2025.html

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