POR MIGUEL GALLEGO ZAPATA, CRONISTA OFICIAL DE SAN JAVIER (MURCIA)
Mi madre, Obdulia Zapata, que, desde que nació, fue una gran política, pero, aún más, en sus últimos años, en los que la actividad que emanaba de televisión era su obsesión –murió el 7 de marzo 1992 a los 88 años- me contaba que se encontraba en el aparcamiento de Cabo Roig, entonces playa de moda, acompañando a su amiga, Carmen Ballester, que dada su incapacidad se distraían allí viendo el movimiento de coches y a la vez contemplaban el Mar Mediterráneo.
Observó que aparcó junto a ellas un automóvil en el que viajaba el Ministro de Trabajo Don Licinio de la Fuente y sin pensárselo dos veces bajó del coche y se acercó a la ventanilla y le dijo: “Muchas gracias, señor Ministro, que Dios le bendiga”.
Sorprendido, se bajó del coche, y mostrándole su gratitud, se acercó a ella y con toda cortesía le besó la mano.- Momento que aprovechó mi madre, que le tenía especial devoción, para decirle lo agradecidos que le estábamos todos los españoles y especialmente los mayores.
En estos momentos en que tanto se escribe con el triste motivo de su fallecimiento, quiero sumar aquella anécdota de mi madre y contribuir con ello a mitigar el olvido inmerecido a que fue sometido aquel hombre bueno.Estoy seguro que, desde las verdes praderas, pedirá por esta España nuestra que tanto lo necesita.