POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Esto del virus maligno nos «ataca por doquier» o «por doquiera», que hay que ser respetuoso con lo de la igualdad de género y , además, en este caso ambas expresiones son correctas.
Noticia actual: Leo en la prensa y escucho en «el arradio» que en estos días aciagos (¡qué cursi soy!) de la pandemia «víricomaligna» llevan ingresados varios centenares de personas -algunas con cierta gravedad- en diversos hospitales de Estados Unidos por ingesta de LEJÍAS o de DETERGENTES, incluso algunos debido a inyecciones intravenosas de tales productos, con el fin de prevenir contagios frente al COVID-19.
¿Por qué sucede esto?
Pues, sencillamente, porque el Sr. Trump, Presidente USA, TROMPICÓ gravemente (en Colunga decimos «trompicar» cuando se da un tropezón), y sin pretenderlo, al querer hacer un chiste de la EXTREMADA LIMPIEZA de nuestro cuerpo, recomendando el uso de lejías como medida preventiva de contagios. Y, claro, algunos ingenuos entendieron que convenía utilizar lejías para lavar el exterior y el INTERIOR del cuerpo y, ¡zas!, envenenamiento el canto.
¡Caray! Hablando de lejías y de sus usos, recuerdo que yo fui «denunciado ante el mando» cuando en un «examen» pregunté el por qué las gentes, después de lavada la ropa, la tienden extendida al sol y, a ser posible, en el campo con hierba verde. Esperaba una respuesta que relacionara ese hecho con los factores que favorecen la evaporación y la acción blanqueadora de la luz ultravioleta.
La denuncia consistía en que yo no explicaba Física y perdía el tiempo comentando actividades domésticas.
No comento la reacción «del mando»
Y ahora, ¡cómo no!, viene la «historia » colunguesa.
No sé exactamente la fecha -sitúo » el caso» entre 1945-1950) cuando don Nicasio Fernández, personaje vasco cuyo hermano era un alto empleado de la mina de carbón de Carrandi, fundó en la villa de Colunga una pequeña empresa para fabricación de LEJÍA y, así, evitar a las gentes la tediosa tarea de «hacer la colada» con la disolución en agua de las sales alcalinas presentes en la ceniza de madera. Esa es otra historia que contaré en su momento.
Don Nicasio ubicó su «fabriquina» en El Carril y tituló a su lejía con la marca LA HIGIÉNICA.
La idea empresarial de don Nicasio (los colungueses siempre le pusieron el «don») no tuvo éxito y la empresa fue adquirida por César San Miguel, «el fíu de María Lauriano», familia que residía en Agüera de Abajo, parroquia de la Riera.
Las grandes marcas de lejías forzaron el cierre de la colunguesa…y otra pequeña industria que se perdió en el concejo.
Por cierto, ¿recuerdan los colungueses que en el barrio de Loreto hubo, después de la guerra, una FÁBRICA DE QUESOS cuyo propietario, don Alejo, era conocido como ¿»el francés»? Elaboraba, entre otros productos, un «queso de bola» riquísimo. Les doy una pista, el edificio donde estaba ubicada esa quesería fue derruido recientemente como medida de seguridad.