POR ÁNGEL RÍOS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICAILD DE BLANCA (MURCIA)
Estamos de enhorabuena otra vez. ¡Otra vez ha hallado nuestro cronista una joya! Fue una tarde gris cuando, en medio de pilas de documentos y libros olvidados, nuestro incansable buscador de tesoros históricos encontró algo que hizo brillar sus ojos. Era un libro antiguo, muy mal encuadernado, sus páginas amarillentas por el paso del tiempo, sus letras casi borradas por la edad.
«¡Mira esto!», exclamó, su voz temblando de emoción. Con cuidado, me mostró el volumen, como si temiera que hasta el aire pudiera dañarlo. Incluso me ofreció llevármelo, pero no me atrevo. Tiene demasiado valor este tipo de viejos libros, no solo en términos de dinero, sino también en su contenido histórico, en las historias que guardan, en los secretos que esperan ser revelados.
Decidimos, con el corazón palpitante, que lo vamos a transcribir poco a poco. Cada página, cada palabra, cada trazo de tinta será registrado y preservado para que no se pierda en el olvido. Este hombre no para de darme sorpresas. Increíble. No es la primera vez que aparece con un hallazgo impresionante, pero cada descubrimiento suyo me deja sin palabras.
Así que ahora, en la penumbra de nuestro pequeño santuario de la historia, nos preparamos para desentrañar los misterios de este libro. En su momento hablaré con más detalles, cuando hayamos descubierto todo lo que tiene para contar. Pero por ahora, la emoción de lo desconocido nos envuelve, y la promesa de nuevas revelaciones mantiene nuestras manos temblorosas de anticipación mientras empezamos a leer las primeras líneas de este tesoro recuperado.