OVIEDO DESPIDE A IGNACIO RUIZ DE LA PEÑA, «UN MAESTRO QUE CREÓ ESCUELA» • LA IGLESIA DE SAN TIRSO SE ABARROTÓ DE AMIGOS DE LA UNIVERSIDAD, LA POLÍTICA Y LA JUSTICIA PARA DESPEDIR AL CATEDRÁTICO
May 12 2016

MARÍA JOSEFA SANZ FUENTES, CRONISTA OFICIAL DE AVILÉS: «PODÍAS CONTAR CON ÉL PARA LO QUE QUISIERAS» • CARMEN RUIZ-TILVE, CRONISTA OFICIAL DE OVIEDO: «CONOCÍA OVIEDO COMO NADIE. Y COMO PERSONA ERA MUY BUENO Y ASEQUIBLE»

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«Podías contar con él para lo que quisieras. Eso sí, estuvieras donde estuvieras, había que buscar una casa con sofá y televisión para que pudiera ver el final de etapa del Tour». Éste es solo uno de los múltiples recuerdos que María Josefa Sanz Fuentes -catedrática en la facultad de Historia y cronista oficial de Avilés– atesora de Juan Ignacio Ruiz de la Peña, catedrático de Historia Medieval fallecido el martes a los 75 años. Y lo hizo al término del funeral de quien Sanz Fuentes y muchos otros colegas consideran la «memoria de Asturias», celebrado ayer en una abarrotada parroquia de San Tirso El Real. Maestro de maestros, gran amigo y hombre de familia, si algo era una verdadera pasión para Ruiz de la Peña era el ciclismo. Y por supuesto, la Historia.

Sanz Fuentes aseguró que el fallecido «se ocupó de todo lo relacionado con Asturias. Todo le interesaba, y no solo a nivel intelectual: cantaba, jugaba a los bolos…». Otilia Requejo, directora general de Patrimonio Cultural, señaló que el fallecido «primero fue mi profesor, luego amigo y siempre un apoyo constante a lo largo de mi trayectoria profesional». Y su antecesor en el cargo, Adolfo Rodríguez Asensio, que coincidió con Ruiz de la Peña en el facultad y como vicerrectores bajo en mandato de Alberto Marcos Vallaure, lo calificó como «uno de los grandes» y que con su magisterio «ha creado escuela». «Fue un digno sucesor de Juan Uría y Eloy Benito Ruano.

Para Conchita Paredes, directora del Archivo Histórico de Asturias, la desaparición de Ruiz de la Peña supone «una pérdida irreparable» porque se trataba de «un primer espada de la historiografía». «Conocía Oviedo como nadie. Y como persona era muy bueno y asequible», destacaba Carmen Ruiz-Tilve, cronista oficial de Oviedo, que conocía al finado «desde que éramos chavales». Juan Luis Rodríguez Vigil, expresidente del Principado, destacó que el catedrático «poseía conocimientos enciclopédicos de Asturias» y Antonio Masip, exalcalde de Oviedo, descubrió que Ruiz de la Peña «se emocionó cuando le reconocí que cometí un error al derribar el Vasco». «Lo conocí en el colegio Hispania. Era dos años más pequeño que yo. Le cogí mucho cariño. Luego creció y nos superó a todos intelectualmente», rememoraba con cariño el hostelero Fernando Lorenzo.

Teresa Sanjurjo, presidenta de la Fundación Princesa de Asturias mostró su «admiración y respeto» por la trayectoria del fallecido. José Ignacio Álvarez, expresidente de la Audiencia Provincial, resaltaba con cariño cómo su «unión» con Ruiz de la Peña arrancó cuando ambos coincidieron esperando a que sus hijas -ambas de nombre María- se examinaran de registradoras de la propiedad. «Lo que une como padre haciendo pasillos esperando por la oposición de tu hija es indeleble», bromeaba el jurista. Julián Alonso, profesor jubilado del instituto Aramo, fue alumno del fallecido como miembro de la primera promoción de Historia (1963-68) que salió de la Universidad de Oviedo. «Era una persona muy clara a la hora de explicar y exponer las cosas», dijo. «Era un caballero», abundó el abogado José Luis Felgueroso, que recibió clases de un joven Ruiz de la Peña cuando éste impartió la asignatura de Historia del Derecho. «Se nos ha ido una institución y un gran compañero», manifestaba Avelino Gutiérrez, profesor de Arqueología de la Universidad de Oviedo. «Lo dio todo por la Universidad», dijo el exrector Vicente Gotor. Juan López Arranz, también exrector de la Universidad de Oviedo, fue claro: «Pasó demasiado desapercibido para la Universidad». «Era un sabio que sentía devoción por Asturias y que, a pesar de ello, tenía tiempo para las pequeñas cosas. Pero sobre todo era una persona honesta», explicaban Carlos Cuesta y Esther Canteli, miembros de la sociedad cultural y gastronómica de la Pegarata (Pola de Laviana). Y además, tal y como señaló el párroco Benjamín Morán en su homilía, era un tipo «amable, cercano y familiar».

Fuente: http://www.lne.es/ – Pablo González

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