POR JOSÉ MARÍA FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Creo que fue Maurice Ginguand, aquel gran estudioso de la cultura templaria, quien escribió que «investigar y conocer la cocina de un pueblo es , en cierto modo, penetrar en la historia de la civilización de ese pueblo».
Es verdad, puesto que la geografía (clima, paisaje, etc.) condicionan los sistemas productivos, especialmente los agroalimentarios, y estos definen la alimentación y conductas de las gentes que habitan en una determinada zona.
Decía un viejo refrán que «después de Dios, la olla; y todo lo demás es bambolla»; afirmación que mi amigo, ya fallecido, Kike Amado, expresó en verso con su genial sentido del humor:
«Non fai falta ser muy listu,
todos sabéis la función
y el papel que na salú
xuega l´alimentación…
Que quien sabe alimentase,
solo morrirá de vieyu,
si non tien la mala suerte
de sufrir un atropellu».
Si Asturias es una región de contrastes entre mar y montaña; provincia donde, como escribió Ortega y Gasset, la mirada se pierde en el horizonte del océano o choca bruscamente con la montaña, con la piedra, que le cierra el paso; también es lugar de clima húmedo y templado, cuna de campos, huertas y praderíos, bosques y valles en sucesión permanente.
Y si eso es Asturias, COLUNGA es el exponente más representativo de esa belleza y de esa riqueza.
Al Norte, el mar con sus regalos de pescados, mariscos, algas tan ricas en iodo; al Sur, la sierra de El Sueve -solo a 5 km de la línea de costa- con sus dones de frutos de la tierra y del bosque.
La alimentación de las gentes colunguesas, y así lo confirmaba el Dr. César Fernández Ruiz (el ginecólogo, hermano de «la Carmina de don Benito») en su «Historia médica del Principado de Asturias», fue siempre «suficiente, completa y variada».
Otra cosa es que «en tiempos difíciles», como en la posguerra civil y tiempo de racionamiento, los «caprichos» quedaban arrinconados para «tiempos mejores».
¿Y cómo es la alimentación de los colungueses, hoy en tiempos del siglo XXI? ¿Tiempos en los que la facilidad de intercomunicación de bienes y servicios es tan patente?
Este es el núcleo de investigación que ha llevado a cabo el nutricionista colungués PABLO EGÜEN, cuya tesis de graduación mereció la calificación de Sobresaliente cum Laude.
Actualmente se habla mucho de la tan cacareada «Dieta Mediterránea» y, poco a poco, se empieza ya a tratar de la «Dieta Atlántica». Fue el Dr. Jesús Bernardo García quien lanzó el pistoletazo de salida («La Dieta del Cantábrico. Ed. Nobel. Oviedo 2002) sobre la particularidad de nuestros hábitos alimentarios.
PABLO EGÜEN limita más el campo de estudio y, sin decirlo, se decanta por una DIETA COLUNGUESA.
Una dieta basada en productos de cercanía (hortalizas, frutas, pescados, sidra…).
Una dieta que es fiel reflejo de «Principio de Suplementación», para combinar productos vegetales y animales (la fabada y el pote de berzas son ejemplo de lo dicho), para alternar pescados y carnes en proporciones justas, para aunar quesos y dulces en sabores extraordinarios.
¡Enhorabuena, Pablo, por tu trabajo! Y por demostrar la verdad de aquellos versos que en los inicios del siglo XIX escribiera el clérigo don Bruno Fernández Cepeda para elogiar la Riqueza Asturiana:
«Dago agora so mercé
si aqueso e cosa de gaita,
para que aquesti país
por afamiadu se habia».