POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
En viaje por Compostela, por ganar el jubileo, pasar la puerta del Perdón (este año hay manga ancha) abrazar al Apóstol y atizar con paraguas el temporal compostelano, conocí a un médico, un Miguel Quatra Lousa, con consulta en La Coruña y en Curtis y locura por el pan (nada que ver con el mexicano Partido de Acción Nacional, ni con el Pan de Peter); me refiero al pan-panis, el del vivo-vinis, al pan bíblico que algunos ganamos sudando tinta de la frente y del que no sólo vive el hombre, también vive la mujer; pues bien, Miguel me hablaba del pan y nos fuimos de panes y tahonas, y en la Rúa do Cubelo, entre empanadas de zamburiñas, mentales, de xoubas y de mejillones, leí este texto de Lope de Vega, cosa de Floriano en “El dómine Lucas”: “Ya lo como, y mejor diré lo beso, porque es tan bendito el pan, que el alma y el cuerpo comerán, de la dulzura del beso”.
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