POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Mañana, 17 de enero, se celebra la festividad de San Antonio Abad, Abba Antonio, San Antonio del Desierto o, ya más familiarmente, San Antón. Más aún; en muchos lugares, villas y ciudades se le conoce como San Antón «el de los animales» (e, incluso, San Antón «el de los gochos» o «el de los cerdos») debido al patronazgo que se le asigna sobre todo «bicho viviente».
Digo lo de «bicho» recordando aquella respuesta que un niño, en un examen de ingreso al bachillerato, dio a esta pregunta: ¿Cómo clasificas a los animales?
Contestación: ¡Bichos y gusanos!
Fue San Antón, Abba Antonio, un santo ermitaño del siglo IV.
De él se cuenta que, en días de penitencia severa, solamente se alimentaba con un poco de pan que un cuervo le traía en su pico; pan elaborado con harina de trigo exenta de cornezuelo del centeno, que es sustancia tóxica.
Dícese que a partir del siglo XI los frailes de la Orden de San Antonio sembraron en Europa la costumbre de repartir, cada 17 de enero, unos panecillos dulces, benditos durante la Misa en honor del Santo, como remedio protector contra las afeccionas gangrenosas.
Costumbre arraigada en Madrid y muy promocionada en las confiterías cercanas a la Iglesia de San Antón, al lado de las Escuelas Pías, debido a que fueron los PP. Escolapios los grandes divulgadores de esta dulcería santa.
Dulcería que se consideraba como una «prolongación» de la tradicional navideña pues, como dice el refrán, » hasta San Antón, Pascuas son».
¿Y después de San Antón?
En Asturias decimos que «la gallina pon».
Pone huevos, claro.
Pues, nada; vayamos con nuestra receta de panecillos; que aún están a tiempo para celebrar mañana la fiesta.
Mezclan leche y agua en la misma cantidad, agreguen unos «anisinos» y den unos hervores al conjunto. Cuelen y sumen un poco de levadura de panadería, para que disuelva.
En un cuenco pongan 1 kg de harina y 100 g de azúcar y, poco a poco y amasando, incorporen la mezcla de agua y leche hasta conseguir una pasta homogénea, bien trabajada y un poco blanda.- Cúbranla con un paño húmedo y templado y déjenla reposar en lugar cálido hasta que su volumen aumente al doble.
Con porciones de esta masa moldeen pequeños panecillos, dibujen una cruz en su parte superior, barnicen con huevo batido y horneen a temperatura media-fuerte hasta lograr el punto.
NOTA.- Si en vez de 1 kg de harina usan 500 g, la cantidad de azúcar se reduce a la mitad (50 g).