POR BIZÉN D´O MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE HOYA DE HUESCA.
En un día frio del mes de enero, de esos que mil veces relatara en sus versos el poeta ribagorzano Tonón de Baldomera, cuando hacía su entrada en el salón de actos del Ayuntamiento de Graus una extraña comitiva que acompañaba al Lama Kalú Rimpoché, (1905-1989) Venerable Lama budista, maestro de meditación, erudito y
profesor, uno de los primeros maestros tibetanos en enseñar en Occidente, ante las curiosas y atónitas miradas de unas doscientas personas que llenaban el salón., ahora hace 35 años .
Se trataba de una visita que había sido programada desde los principios de verano y tenía como principal motivo el viaje del lama a los terrenos que habían sido adquiridos por un grupo de budistas españoles, en el pueblo de Panillo dentro del término de la Villa de Graus. Gestiones que habían suscitado numerosos comentarios y muy
especialmente conjeturas acerca de lo que allí se podía construir, el uso al que se pudiera dedicar, por no hablar de las previsiones de personas que hasta este lugar pudieran desplazarse, agoreras unas, ambiciosas otras, pero si era cierto, que la mayoría de los altoaragoneses desconocíamos que era lo que allí se pretendía hacer. A este efecto, el
lama Rimpoché venía según los responsables de esta iniciativa para hablar de la necesidad de levantar un monasterio de carácter abierto, donde se pudieran impartir enseñanzas, prácticas y meditaciones para todos aquellos
que sin excepción se acercaran.
El muy venerable lama informó a los asistentes con palabras traducidas primero del tibetano al francés y luego del francés al castellano, que lo mas importante era que se pretendía levantar un lugar donde poder llevar a cabo los preceptivos retiros de tres años, tres meses y tres días. Comentó a todos que en aquellas fechas había unas veinte
personas en nuestro país esperando para hacer este retiro y que en Francia, en uno de los lugares mas activos de occidente, eran unas ciento veinte personas las que lo estaban entonces realizando, siendo además este país vecino desde donde había surgido la idea de elegir el Altoaragón y más concretamente el lugar elegido de Panillo.
Fue una jornada larga, intensa y emotiva en la que, con las traducciones previas, el lama Rimpoché habló con precisión sobre los orígenes del budismo tibetano, adelantando finalmente que si se llegara a construir este centro de retiro proyectado en Panillo, las personas que vinieran a entrar en él deberían hacer cinco votos antes de
comenzarlo : 1º el de no matar ningún tipo de animales, 2º de no robar, 3º de no mentir, 4º de guardar castidad durante esos tres años y 5º no ingerir alcohol. Después se contaría todo un programa de meditación que se va desarrollando durante ese tiempo. En cuanto al funcionamiento del futuro monasterio, explicó que habría por el día, las cuatro sesiones de meditación, con una duración de entre dos y tres horas, que la mayor parte de este tiempo los iniciantes deberían estar en postura de meditación sobre una especie de cajón cuadrado. Que por la noche, no se estiran para dormir sino que permanecen en la misma postura. Finalmente, y ante la atónita mirada de todos los
asistentes, oró junto a los religiosos que le acompañaban, los cuales vestían la túnica morada que usan tradicionalmente. Todos ellos elevaron una oración por la salud, bienestar espiritual y material, y por la liberación de todos los altoaragoneses.
A la mañana siguiente el Venerable Lama Kalú Rimpoché acompañado de su séquito de más de cuarenta personas, se trasladó a Panillo celebrando una ceremonia con ritos religiosos budistas, en una tienda de campaña que había sido levantada sobre el punto exacto en el que se pretendía construir el primer templo budista de España
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