POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
El aprovechamiento de sobras, la economía del ahorro y el utilizar con ingenio «lo que da la casa» (la huerta, el corral, el gallinero…) es una constante que se repite (y se observa aún) en todos pueblos y comarcas de campesinado.
La finalidad última, siempre nutricia, se complementa con otras que buscan sabores, colores, aromas… al producto elaborado para, así, hacerlo más apetecible al consumidor.
En todos los casos hay una circunstancia dominante: la HUMILDAD del producto.
Valgan estos ejemplos:
– PANTRUCOS (Emberzaos, probes, bolles, fariñones), típicos del oriente y zona central asturiana.
Cuando se hacía la matanza del cerdo y se elaboraban las morcillas, el «amasado» sobrante se mezclaba con más grasa de cerdo, harina de maíz, cebolla, perejil, un poco de calabaza, pimentón dulce o agridulce… Se amasaba bien y, en porciones cilíndricas u ovaladas, se envolvía en hojas de berza, se ataba y cocía en agua con sal.
Después, ya frío, se cortaba en lonchas, que se freían en aceite y se ofrecían con huevos fritos.
Actualmente hay carnicerías que elaboran los pantrucos con destino comercial de venta al público durante todo el año.
– FARINATOS, también llamados «chorizos del pobre».
Consisten en un embutido en tripa de cerdo o de vacuno, elaborado con grasa de cerdo, miga de pan (o harina, en algunos casos), cebolla, pimentón (dulce o agridulce), ajo , sal, especias al gusto (hinojo, comino…) y un toque de aguardiente.
El FARINATO, presente en las comarcas de León, Zamora y muy especialmente Salamanca (en Ciudad Rodrigo tiene su fama máxima), se consume acompañado de huevos fritos.
Un refrán castellano leonés afirma que «pan con pan, farinato asado».
Actualmente el farinato salmantino se comercializa con gran éxito y aceptación del público consumidor.
– MORCILLA PATATERA.- Dícese que su origen hay que buscarlo en tierras castellanas de Soria, concretamente en Burgo de Osma, de donde pasó, por razones e trashumancia y pastoreo, a Extremadura.
De algún modo lo confirma el refrán: «Soria pura, cabeza de Extremadura».
El labrador, el pastor, el campesino extremeño -tierra y sol- precisa una alimentación fuerte, energética… «que le haga sudar».
Y ahí hacen su presencia los torreznos, el tocino, los fritos de bacalao (cuando el bacalao era barato), el queso, el pan, y la «morcilla patatera».
Todo ello bien regado con un buen vino de la tierra.
La MORCILLA PATATERA EXTREMEÑA consiste en un embutido en tripa de cerdo o de vacuno, con forma de herradura, elaborado con estos ingredientes: grasa de cerdo ibérico (40 %), puré de patata previamente cocida en agua con sal (50 %); opcionalmente carne de cerdo ibérico muy picada (10 %), pimentón de La Vera dulce o agridulce, orégano, ajo y sal.
Cortada en rodajas gruesas, fritas en aceite y acompañada de huevos fritos… es un manjar de dioses.
Actualmente también se comercializa con destino de venta al público.
Fíjense en nuestro «recorrido de la humildad». Un abrazo de tradición que enlaza Asturias – Castilla y León – Extremadura.
¿Por qué no pensar -es una iniciativa que brindo a la hostelería colunguesa- en un hermanamiento de estos tres «embutidos del pobre» representados por algunas de las localidades emblemáticas donde los elaboran: COLUNGA , CIUDAD RODRIGO Y MONTERRUBIO DE LA SERENA.