POR ALBERTO GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE BADAJOZ
Establecimientos estrechamente relacionados con las librerías, ya referidas en esta columna, eran las papelerías, pues así como aquellas solían anejarse a una imprenta, las papelerías lo hacen a una librería, que a partir de cierto momento, además de libros e impresos se amplían y comienzan a disponer de objetos de escritorio, oficina, material escolar y de dibujo, papeles, cartón, cartulinas y carpetaje, en amplia variedad, incluido el pergamino, en tan gran oferta de productos de la mejor calidad, que pese a su especificidad no era necesario “pedirlos a Madrid”, como se requería en otros ramos.
Entre las librerías-papelería más afamadas de Badajoz en el siglo XX, algunas con raíces en el XIX, cabe citar, como más antiguas, La Alianza; La Milagrosa, La Económica, Collazo, o la Minerva Extremeña, en la plaza de San Juan; Doncel y Arqueros, en De Gabriel y luego Hernán Cortés; Lemus, en Francisco Pizarro; Hernández, en Arias Montano; Caramazana, en Joaquín Sama; Durán y La Madrileña, en Meléndez Valdés, o Barrena en Doctor Lobato. Y no mucho más tardías: Mangas, en Arias Montano; De Miguel y Pineda, en Meléndez Valdés; Clásica, de Cortes, en San Blás; Zapata, y casi aneja a ella, especializada en material artístico, Suero; en Calatrava; Navarro, en San Juan, o Ibérica, igualmente en Meléndez Valdés.
En ellas era fácil adquirir, además de libros, material escolar, de escritorio, oficina, escritura, dibujo, rotulación; compases y bigoteras, tiralíneas, aerógrafos, plumillas; tinta china; reglas, plantillas, lápices, carboncillos, difuminos, y colores de todas la modalidades.
Luis, Alfonso, Carlos y Gabriel Doncel jr; Rafael y Lorenzo; María y Moni Suero, Pedro, Guillermo y Serafín; Fernando, Raimundo y Pineda; Justi, Petri Mangas, José Pérez Pinto y tantos otros mancebos de las letras, que desde el mostrador de la papelería dejaron su nombre unido al mundo del cálamo y el papiro, con mención especial al entrañable Pablo Pérez Lozano, que a sus muchos años continúa reparando plumas estilográficas, son nombres merecedores de recuerdo en ese panorama.
Desaparecidos esos locales familiares, la mastodóntica impersonalidad de las grandes superficies no ha mejorado su oferta en este ramo, cuyo tradición mantienen hoy Universitas, Colón, Zurbarán, Martínez, Padre Rafael, Minerva, Paule, Topaz, o Asterix. Las jóvenes López Hernández, Muñoz Vivas o Mónica, y las más especializadas en el campo artístico, Suero, Biblio-Art o Artex.
Fuente: Diario ‘Hoy‘. Badajoz, 24 de febrero de 2019