POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Los Reyes Magos son nuestros sueños, la fantasía, la utopía, el País de Nunca Jamás, Samarkanda, la torre del viento… Melchor, Gaspar y Baltasar son el logotipo de la Estrella de Oriente, la Santísima Trinidad en camello, el Genio tridimensional que surge si los niños acarician una vela, si la inocencia estimula la imaginación. No menos inocentes somos cuando inventamos la democracia, la representación laica de la epifanía cristiana, la llegada de la caravana peregrina al Portal de la Carrera de San Jerónimo, faro, ensalmo, abracadabra. En una época asumíamos la ley del más fuerte, en otra del más listo, en otra ungíamos a un guapo y el cetro se heredaba, y no sería peor la moneda al aire. Hoy introducimos en la urna nuestros deseos, la frotamos y surgen de la coctelera Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Gabriel Rufián, con sus aliatares, ofreciéndonos el horro y el morro y la mirra.
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