Sin tener excesiva constancia de la historia textil de nuestro pueblo que tan exhaustivamente documenta Manuel Moreno Valero en su último libro, muchos sabemos de su importancia, Desde chico, mi madre me ha contado que trabajó desde muy joven en la fábrica de Los Muñoces, atendido dos telares en aquellos tristes y misérrimos años de la posguerra. Y de chicos, todos los que vivíamos en el barrio de Las Casas Baratas íbamos a jugar al fútbol a los patios de dicha fabrica, ya en ruinas. Allí encontrábamos miles de tesoros, los más abundantes nos los proporcionaban los cartuchos de los tintes que se utilizaban para teñir los tejidos, que se amontonaban por todas partes y que a veces nos servían para delimitar las porterías.

Gracias a la documentación que aporta Don Manuel, sabemos que en los siglos XXVIII y XIX prácticamente en cada casa había un telar de temporada donde los miembros de la familia trabajaban cuando no existía empleo en la agricultura, y que la industria textil contribuyó al despegue económico de nuestro pueblo. Manuel Moreno también ha querido rendir homenaje en esta obra a personas como Julián Arroyo y los hermanos Cabrera Muñoz.