POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Les cuento. Hace años, siendo párroco en Colunga un sacerdote ejemplar, un auténtico «siervo de los siervos de Dios», me encargó pronunciar la homilía con motivo de la fiesta de San Hilarión, en el barrio colungués de El Solrriveru.
Para preparar mi intervención me puse a leer la biografía de Santa Angela de la Cruz (1846-1932) una monja sevillana fundadora de la Compañía de las Hermanas de la Cruz, Congregación religiosa destinada a la atención de enfermos y gentes necesitadas. Fue canonizada por el Papa Juan Pablo II el 4 de mayo de 2003.
No pude «predicar» en esa fiesta porque una pequeña indisposición me lo impidió y el párroco, siguiendo el esquema que yo tenía preparado, acertó a desarrollarlo mucho mejor que lo hubiera hecho yo.
Este esquema se basaba en un «consejo» que Sor Angela daba a sus monjas con su gracejo andaluz: «Miren, hermanas, en cuestiones de amor y de servicio a los demás SIEMPRE CONVIENE PASARSE UN POQUIYO».
OVIEDO, desde finales del siglo XIX, es testigo de la labor de servicio a los enfermos y necesitados por parte de otra Congregación religiosa: la de las SIERVAS DE JESÚS DE LA CARIDAD, fundada en 1871 por la bilbaína María Josefa Sancho Guerra (1842-1912) que, en religión, tomó el nombre de María Josefa del Corazón de Jesús. Fue, como Santa Angela de la Cruz, canonizada por Juan Pablo II en octubre del año 2000.
Las SIERVAS DE JESÚS DE LA CARIDAD, en Oviedo, establecieron su convento -y ahí sigue- en la céntrica calle de Uría. Y en él y desde él atienden enfermos, personas necesitadas de alimento, de vestido o de cobijo… Y lo hacen merced «a la gracia de Dios» traducida en limosnas, regalos, colaboraciones… de gentes -casi siempre anónimas- que conocen su labor de entrega a los necesitados.
Hoy LAS SIERVAS, que así se las llama en Oviedo, precisan de la colaboración de los asturianos para realizar obras en su convento con destino a una mejor atención a los demás. Y con las obras, medios materiales de todo tipo, además de económicos, para hacer posibles tales atenciones.
Desde esta página, que tiene fieles seguidores y lectores amigos, queremos lanzar un SOS en favor del ideal de nuestras SIERVAS.
Ellas, al igual que las Hermanas de la Cruz, cumplen el consejo de Santa Angela. «EN CUESTIONES DE AMOR Y DE SERVICIO A LOS DEMÁS SIEMPRE CONVIENE PASARSE UN POQUIYO».
Hoy, amigos lectores, cambiamos nuestra receta de cocina por el pensamiento de Paul Claudel: «Que tu vida sea para los demás como aquel atajo que una vez que se utiliza, después se olvida».
MUCHAS GRACIAS a quienes con su vida de servicio son ejemplo para lograr una sociedad más hermanada.