POR JUAN INFANTE MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPEÑAS DE JAÉN (JAÉN).
Con el título de “Los Pasos Valdepeñeros: Una peculiar representación de la Semana Santa Jiennense” presentamos en 1992, en el “II Congreso de Cronistas Oficiales de la Provincia de Jaén”, una comunicación en la que dábamos a conocer una de las tradiciones valdepeñeras más antigua e importante. Los “Pasos Valdepeñeros”, que habían dejado de representarse en 1931 y que estaban condenados a desaparecer, fueron rescatados, milagrosamente, gracias a las investigaciones de la Asociación Cultural “Lugia”, del archivero municipal, Serafín Parra, y del cronista oficial.
Decisivos fueron también los testimonios de dos paisanos que habían participado en las últimas representaciones, Atanasio Castro y Pedro Prieto, así como las aportaciones de dos amantes e investigadores de la cultura valdepeñera, Luis Caballero y Juan Martínez Rojas
En estas representaciones de pasajes bíblicos del Antiguo y Nuevo Testamento, que posiblemente tuvieran sus orígenes en la misma fundación de Valdepeñas en el siglo XVI, participaban más de cincuenta personajes, la mayoría de los cuales portaban unas peculiares “caretas”, con las que tapaban sus rostros. Los “pasos” estaban organizados por la Cofradía de la Vera Cruz y despertaban el entusiasmo de todo el pueblo de Valdepeñas, que asistía, en masa, a la plaza para verlos.
Se representaban, al igual que sucedía en el teatro medieval, en varios escenarios repartidos alrededor de la plaza, desplazándose los personajes de unos a otros. Todas las representaciones se desarrollaban sin que entre los actores mediara palabra alguna, éstos sólo realizaban gestos mímicos, mientras los “pregoneros” iban narrando lo que ocurría. En 1994, con el patrocinio del Ayuntamiento de Valdepeñas, se volvió a representar el “Paso de Abraham” y desde entonces, y gracias a un entusiasta y numeroso grupo de actores y actrices de “Ticana Teatro”, dirigida por Juan Manuel Amate, las representaciones han ido aumentando y se han ido enriqueciendo en vestuario, sonido e iluminación, pero respetando el origen de esta tradición valdepeñera que cuenta con más cuatro siglos de historia.