POR JOSÉ MARÍA FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Esto érase una familia campesina asturiana en aquellos tiempos «de la fame», que así llamaban a las épocas de escasez. Las gentes del campo se abastecían «con lo que daba la casa» y solamente se compraba «lo necesario» (es decir, lo no producido en la propiedad) y normalmente en cantidades, si no exiguas, al menos escasas.
El anís, por ejemplo, se adquiría en «medies botellines» y se ofrecía al visitante en minicopitas que hoy son una reliquia-joya.
La carne era plato de lujo con destino de fiesta o de enfermos y convalecientes; por eso, cuando en la casa había guisos de carne, el júbilo era mayúsculo.
Pues en nuestra familia campesina, un día invernal y con gripes, se guisaron «unes patatines con carne»; poca, pero carne «de la carnicería», afirmación que garantizaba la calidad del producto.
La madre, para estimular a su hijo a que comiera bien, lo hizo en este tenor: ¡Comi patatines, monu, comi patatines; que la carne comióla papa! Todo un detalle de motivación.
Por tierras de la meseta (es decir, «pasado el puerto») inventaron, debió ser en tiempos del siglo XIX, un plato de patatas, guiso de gran humildad al que, por darle honores de hidalguía, apodaron como de «a la importancia».
Nosotros, aquí en Asturias, más realistas, decimos «patates viudes».
Las almejas son moluscos caros.
Pero actualmente se cultivan unas especies de muy buena calidad cuyos precios de mercado (hablo de piezas de tamaño grande o mediano-grande) son pero que muy tentadores. Vamos, pues, a combinar un «plato de patatas a la importancia» con una exquisita y apetitosa preparación de «almejas en salsa verde».
Salsamento de invención conventual, allá en tierras de peregrinaje compostelano, para combatir la tan temida peste negra.
Las patatas, de tamaño mediano-grande, dan unos hervores en agua con un punto de sal.
Se escurren, secan con papel absorbente, y se cortan en rodajas no muy gruesas.
Se rebozan en harina y huevo, fríen en aceite y se llevan a una cazuela. Se reservan.
En cazuela aparte, al fuego, en la que habrá una salsa verde preparada previamente según costumbre, se disponen las almejas ( con un remojo previo en agua fría con sal durante una hora para que eliminen arenilla); dan unos breves hervores y se llevan a la cazuela de las patatas.
Prosiguen los hervores a fuego manso durante unos minutos; reposan y se ofrecen en cazuela de barro muy calientes.
Nota.- En vez de almejas pueden utilizarse otros moluscos bivalvos (mejillones, berberechos…) o univalvos («llámpares», que son lapas)