POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Astutos políticos de diferente estofa y sospechosa honradez con la legislación vigente y con sus paisanos, en el plano económico, ideológico, ético e histórico, fueron arañando para Cataluña prerrogativas sobre otras Comunidades españolas, entre ellas la más importante: la competencia de la Educación, es decir, el permiso para reinventar y rescribir una vieja historia nueva con la que educar a sus residentes en el odio contra el resto de España (no de Francia ni de Italia), instruirlos y adoctrinarlos acerca de la singularidad de Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona, sin considerar, de momento, Valencia, Baleares, Aragón, Andorra, Rosellón y Cerdeña, en la confianza de que, tarde o temprano, celebrarán un referéndum vinculante por la independencia y, tarde o temprano, la independencia, con el afligido consentimiento ingenuo y bobalicón del resto de propietarios de la patria.
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