POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
La derechona se apropió de la bandera y quien la ice se arriesga a que lo confundan. Así, pusilánimes que ignoran las ventajas de una nación unida y fuerte (quizá salieron poco), arrían la roja y gualda, que debería identificarnos guapamente, y reniegan de su historia y territorio, al menos hasta donde llega la verja de su finca. Pero presumir de patria no debe excluir, según pretenden los hinchas de la derechona y creen los deshinchados de la izquierdona, como no es excluyente la familia; si amo a mis padres y los enmarco, comprenderé mejor otras familias e identidades. No abdiquemos, en unos, de nuestros símbolos ni permitamos que los otros nos disuadan de exhibirlos en trapos y en palabras. Además, me consta que esos pueblerinos del mundo que se avergüenzan de la eñe, enarbolan su tarjetita sanitaria al menor traspié, se agarran a la virgulilla si naufragan en aguas internacionales y sólo se atreven a enfermar en España.
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