POR JOSÉ MARÍAVELAZ PASCUAL, CRONISTA OFICIAL DE GARROVILLAS DE ALCONÉTAR (CÁCERES)

La villa de Garrovillas de Alconétar (Cáceres), es considerada por muchos como uno de los pueblos más bellos de la provincia de Cáceres; sus dos iglesias góticas (XV-XVI), sus conventos, uno arruinado de franciscanos (1476), otro femenino de la orden Jerónima, bajo la advocación de Ntra. Sra. de la Salud, fundado en 1573; varias ermitas, de las que aún quedan en pie media docena, y sobre todo, su Plaza Mayor, buen ejemplo de la arquitectura rural de la baja Edad Media. Son estos varios de los monumentos histórico-artísticos que muestra al viajero este pueblo altoextremeño, patrimonio monumental que es parte del legado que en Garrovillas dejaron los señores de la casa de Alba de Aliste, noble linaje cuyo señorío ostentaron en la villa durante más de trescientos años.

Sin embargo, parte de este patrimonio se vé amenazado y en serio peligro en ocasiones al no existir oficinas como en otros municipios (ARI), pese a haber leyes que parecen regular algunas actuaciones ilícitas, o caprichosas, de algunos vecinos que muestran escaso o nulo interés, o ningún respeto por este rico e interesante patrimonio, fuente no sólo de disfrute para vecinos y foráneos, sino recurso que puede potenciar el turismo, no sólo en la localidad sino también en la comarca.

Afortunadamente, hay aún personas sensibilizadas con estas cuestiones, valgan como ejemplo las acciones que se están llevando a cabo por parte de varias personas particulares e instituciones para intentar salvar de la ruina y el abandono al “desamparado” Convento de San Antonio de Padua, cuyo “drama” comienza tras ser desamortizado allá por el año 1836.

También las iniciativas particulares cuentan en este sentido en pro de este rico patrimonio, como las actuaciones empeñadas en “rescatar” oratorios como el de Santo Toribio, o de acometer obras tan importantes como las llevadas a cabo hace años en ambas parroquias, seriamente dañadas.

Ejemplo también de este interés por el patrimonio local es el de personas anónimas, que, con sus aportaciones dinerarias, contribuyen a restaurar obras de arte como el Cristo yacente (s. XVII) de la parroquia de San Pedro, completamente atacado -hasta hace poco- de xilófagos. Muchas de estas imágenes aún permanecen arrumbadas en las parroquias extremeñas sin haber una mano que las restaure.

Nuestra Plaza mayor, “La Plaza”, considerada una de las más bellas de España, es otro ejemplo de cómo un monumento señero puede verse deteriorado con el paso de los años, y al que algunos no muestran el valor que debería dársele: ventanas cerradas, antenas de televisión, zócalos en las fachadas, vigas carcomidas y apuntaladas… Bueno sería que se declarase BIC, si es que esta declaración ha de servir para algo, más que lo que sirve al deteriorado convento franciscano de San Antonio, uno de los monumentos más amenazados de Europa por su avanzado estado de ruina, según ha publicado recientemente Europa Nostra, principal organización del patrimonio europeo, noticia de la que se se ha hecho eco numerosas publicaciones nacionales de gran difusión.

Hay otra forma “silenciosa” que contribuye a ver mermado este rico patrimonio; la desidida y el expolio, o las últimas actuaciones acometidas en el que fuera Palacio de los condes de Alba de Aliste, que contribuyen seriamente a ver dañado y menoscabado este rico legado que, no olvidemos, es de todos.