PEDRO HURTADO GONZÁLEZ (1932–2024) UN GRAN ESCULTOR UTRERANO
Jun 15 2024

POR PEDRO SANCHEZ NÚÑEZ, CRONISTA OFICIAL DE DOS HERMANAS (SEVILLA), ESCRITOR, ACADÉMICO

No nacen artistas todos los días. Ni se reconocen los méritos ajenos con tanta facilidad, sobre todo en el mundo del arte. Por eso, como decíamos en la presentación del homenaje al escultor y buen utrerano Pedro Hurtado González en 2016, en un sencillo acto coordinado por el profesor y gran fotógrafo utrerano Rafael Rodríguez Román, resultó rara y digna de celebrar la espontánea concurrencia de cuarenta y dos artistas para celebrar los ochenta años de vida fecunda de su compañero y, para muchos, maestro.

En Utrera, patria de Ruíz Gijón y de Fernando de la Cuadra, el día de la Inmaculada de 1932 nació su tercer escultor famoso, en el seno de una modesta familia formada por Encarnación González y Antonio Hurtado. El niño Pedro estudió lo esencial para tener acceso a la cultura y a ratos se entretenía en un tejar de su pueblo donde aprendía a manejar el barro y donde ya apuntaba su inclinación haciendo figuritas como un juego. Pronto entró a trabajar en el taller trianero de Pedro Navia, donde tuvo como compañero nada menos que al gran Francisco Buiza. Y de la cerámica pasó Pedro a la escultura en el estudio del escultor granadino Rafael Barbero Medina, hermano y tío de escultores, que tras un tiempo como maestro de taller en la Escuela Salesiana de Artes y Oficios y en el taller de Castillo Lastrucci, había montado taller propio en Sevilla en 1943. Tras unos años con Barbero, y después de un corto periodo en Madrid, entró a trabajar con el escultor y Académico Antonio Illanes Rodríguez, que en la calle Susillo tenía su taller y su tertulia literaria.

Con ese bagaje y su arte innato, se instaló Pedro en Utrera donde se casó con Encarnación Molina Gómez, de cuyo matrimonio nacieron sus hijos Pedro, Encarnación, Antonio, Beatriz y Francisco, creando una saga de magníficos escultores, al igual que antes había ocurrido con su paisano Ruíz Gijón, que tuvo a su lado en su taller a sus hermanos Juan Carlos, Miguel y Pedro Tomás.

Quienes conocimos a Pedro Hurtado admirábamos en él, sobre todo, su proverbial humildad franciscana, su entrega a su familia y a sus amigos, su poco interés en recibir premios, homenajes y distinciones, su voluntario retiro creador en su mundo utrerano y su desprecio de la “vida bohemia y frívola” que algunos le suponen a todo artista por el hecho de serlo. Su producción es extensa en calidad y cantidad, abarcando con maestría y solvencia extraordinaria todos los estilos de la estatuaria. El metal, la piedra y la madera no tenían secretos para él. Su obra está ampliamente difundida a lo largo y ancho de España y de otros países, en colecciones privadas y galerías de arte:

En Utrera, con los únicos paréntesis de sus viajes familiares para ver mundo, cultivaba también Pedro Hurtado sus aficiones: La vida sencilla, el campo, las antigüedades y la numismática, cuya colección monetaria es una de las más importantes de Andalucía. Pedro ha sido, sobre todo, un investigador sabio, curioso e incansable y ha recorrido muchos kilómetros al hallazgo y rescate de  piezas arqueológicas tan frecuentes en nuestros campos, indemnizando a quienes las encontraron fortuitamente en las labores agrícolas y formando una colección de obras de todas las épocas, muchas de ellas obras únicas de extraordinaria calidad, que gracias a su empeño se han salvado y finalmente han terminado en los Museos de Sevilla y Utrera, lo que pudieron atestiguar arqueólogos de tanto prestigio como don Juan de Mata Carriazo o don Fernando Fernández, actualmente Secretario de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría.

Pedro, sin pretenderlo, fue además maestro de artistas, pintores y escultores que en su antiguo taller de la calle Nueva, en su molino de la calle Molares o en su casa, insensiblemente han ido absorbiendo su visión del mundo y de la creación artística. Por allí pasaron Manolo Sousa, Pablo Aparicio, Manolo García, Julio Blanco, Manolo Fernández, Rafael Rodríguez, Paco Reina, Jesús Cabrera, Juan Manuel Calle, José Molina, José Bohórquez, Juan Molina y, como no, sus hijos los ya prestigiosos escultores Pedro, Beatriz y Encarna, que junto con el profesor, escultor y Académico Numerario de Bellas Artes Salvador García Rodríguez, y los escultores Augusto Morillas y Sebastián Martínez Zayas, entre otros, siguen engrosando la nómina de los buenos escultores utreranos.

Pedro Hurtado no ha recibido las distinciones oficiales que su arte merece. Pero quienes conocemos su obra estamos convencidos de que la historia del arte le incluirá en el lugar destacado que le corresponde.

Descanse en paz el hombre bueno, el estudioso de la antigüedad, el gran artista utrerano Pedro Hurtado González.

FUENTE: PEDRO SÁNCHEZ NÚÑEZ, Vicepresidente de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría.

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