POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA.
Doña María Teresa de Arejana, como cada tarde, paseaba distraída por el Malecón de Murcia cuando, mire usted por dónde, se llevó el disgusto del año. Porque la buena señora descubrió, vaya a saber en qué cavilaciones andaba, que el revistero Ricardo Rodríguez vendía la infame publicación ‘Pelé y Melé’. Y armó la mundial.
Murcia, marzo de 1932. Desde hacía un año las revistas y folletos pornográficos inundaban quioscos y librerías, burlando en gran medida las incautaciones y multas de la autoridad. Muchos seguían vendiendo ese material, tan reclamado por tantos, a escondidas. Por tanto, era un gran negocio, por muy controvertido que a algunos les pareciera. Otra cosa es que, al pie mismo del Puente Viejo, se ofreciera a los paseantes.
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