POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Anduve entre icnitas de hace 144 millones de años, por Quintanillas de las Viñas y por Peña Rota, a orillas del Arlanza, al lado de Salas de los Infantes, Burgos; caminé por Campo Castro, Altollano, Mata Mardomiles, Cerro Corto y La Solanita. Mientras los políticos se cargaban de promesas, yo necesitaba quitarme la mochila para introducirme de rodillas por los pasillos en zig-zag del eremitorio de Peña Rota, trece cuevas artificiales excavadas en roca arenisca, habitadas entre los siglos VIII y XI por anacoretas. Y como es mi oficio buscar metáforas, he aquí la fórmula para vivir si uno pretende ser independiente como los animales: quemar las naves y los prejuicios, cavar una galería donde guarecerse, que la niebla, la lengua de un dinosaurio o la primavera entren arrastras, y orar para que el monte nos acepte en sus entrañas y nos convierta en letrados, como decía el cura en el Quijote, o al menos nos acepte como chufas.
Fuente: https://www.lne.es/