POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
En el cartel aparece un niño, Dimitri, hijo del último zar, Fiodor, hijo de Iván el Terrible, jugando con una colorida peonza de hojalata, que gira al hacer presión sobre un eje en espiral, de hierro, y se subraya con esta frase: “Ascenso y caída de un zar”. Así anunciaban “Boris Godunov”, de Mussorgsky, basada en el relato de Pushkin, ópera que el pasado viernes llegó a Asturias en directo desde el Covent Garden londinense, con el barítono galés Bryn Terfel, y otros bajos, tan bajos que eché de menos alguna soprano y alguna historia de amor. La vimos unas siete personas y ninguna de las autoridades y figurantes que no fallan en el Campoamor. Pero lo que traigo aquí es esa peonza, semejante a las cúpulas del Kremlin y a turbantes tártaros; la peonza que rota sobre sí, se traslada en órbitas cortas, se escora, cae y queda en equilibrio indiferente. Como nuestro Parlamento.
Fuente: http://www.lne.es/