POR LEOCADIO REDONDO ESPINA, CRONISTA OFICIAL DE NAVA (ASTURIAS)
Hace un montón de años llegaron a Ceceda, procedentes de Lozana (Piloña), Telva Bermúdez y José Echevarría, trayendo consigo al niño José Echevarría Bermúdez. La familia se asentó en La Venta, y allí nacerían, después, otros dos hijos, Alicia (+) y Ramón Echevarría Bermúdez. Cuando eran jóvenes, Pepe y su hermano Ramón aprendieron la noble profesión de construir carros (luego llegaron a hacer hasta remolques para tractores), y levantaron una casa al lado del carreterín que sube a Ceceda, instalando el taller en el bajo y dedicando la planta a vivienda para ambos. Recuerdo bien todo aquello porque pasábamos por delante cuatro veces al día, al ir y volver de la escuela. Luego, como el tiempo no se detiene, Pepe cortejó a una buena moza de Fresnadiellu, Amparín Caso Sánchez, con la que después contrajo matrimonio, naciendo de esa unión dos hijos; José y Celestino.
Y fue a dejarnos Pepe el domingo l4 de julio, a los 95 años, en plena celebración del Festival de la Sidra. Vivimos, entonces, al mismo tiempo, dos planos contrapuestos de esa múltiple realidad que es la vida. Por un lado el excelente día de sol, junto con la alegría típica de un ambiente festivo, que podía palparse en la villa naveta, y, por otro, el final del trayecto vital de nuestro amigo, y el apenado sentimiento que nos envolvía cuando, en el tanatorio, con recogimiento, rezábamos el rosario en su memoria.
Entiendo que, si hablamos de la profesión de los hermanos Echevarría, algún día habrá que pararse a reflexionar sobre la diferencia que supuso, para la gente del campo, que entonces era la mayor parte, el pasar de utilizar en sus labores un carru del país, con ruedas de hierro, a disponer de un carretón moderno, con ruedas de goma, y prestaciones claramente superiores. En cualquier caso, considero un acierto la decisión de la Asociación Ceceda Pueblu Astur, la cual, reconociendo públicamente tanto la labor profesional que como carreros desarrollaron tanto Pepe como Ramón, como su comportamiento como vecinos, les concedió a ambos, en el marco del Mercáu Astur del año 2007, el título honorífico de Escabecheros de Oro. (Como recuerdo, también, que aquel año se concedió la misma distinción, a título póstumo, al bueno de Celestino Canto Mayor).
El lunes 15, con una hermosa tarde de sol, fuimos muchas las personas que acudimos a su funeral, en la iglesia parroquial de Ceceda.
Pepe, el hombre afable, menudo, de voz suave, palabra acertada y humor contenido, nos dejaba para siempre. Pepe, amigo estimado, descansa en paz.
(Publicado en La Nueva España, Domingo, 28 julio 2019, página 10)