PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS): ME LEVANTÉ HERIDO (POR UNA BALA CUANDO REPTABA)
Nov 11 2013
Pepe Monteserín, cronista oficial de Pravia (Asturias).
Pepe Monteserín, cronista oficial de Pravia (Asturias).

Pepe Monteserín (Pravia, Asturias, 1952) es autor prolífico que ha cultivado varios géneros literarios entre los que destacan sus cuentos y novelas. En Me levanté herido (por una bala cuando reptaba) reconstruye una larga historia familiar y de amigos en su dramática peripecia durante la guerra civil. Los amigos son los componentes de una pandilla de muchachos en sus juegos y travesuras a orillas del río Nalón, los cuales hicieron después la guerra en el bando que a unos les tocó en suerte y otros escogieron. La familia está formada por parientes de dos de esos niños que lucharon en las dos Españas enfrentadas en la contienda. Uno es Luis Miranda, el protagonista, que entró en la Falange e hizo la guerra con las tropas de Franco en los frentes de Asturias, Aragón y Levante, donde resultó herido de gravedad por el disparo de uno de aquellos amigos, Antonio Galán, que nunca se lo contó a la familia, ni siquiera cuando pasó a ser consuegro de Luis.

La novela integra las dos historias en una minuciosa crónica de guerra en la que se va dando cuenta de la peripecia del protagonista en sucesivos frentes hasta su caída en mayo de 1938 y al mismo tiempo se va completando su historia sentimental con la mujer que empieza siendo su madrina de guerra y luego será su esposa. Esta es la parte más lograda, pues encarna muy bien una de tantas historias familiares con episodios que parecerían increíbles si la guerra nos los hiciera posibles. En cambio la dilatada crónica de guerra resulta pesada por su excesiva acumulación de datos. Hay en ello una evidente falta de selección de materiales, necesaria para una eficaz combinación de los mismos en una novela que quiera mantener la atención del lector.

Es una pena que la construcción narrativa no consiga liberarse de los límites de una crónica de guerra y de ciertas recreaciones costumbristas en la línea del viejo realismo porque la estrategia narrativa está bien planteada. Pues en la novela se destacan tres momentos: el primero está en los juegos infantiles de los componentes de la pandilla en las riberas del Nalón y en la visión conjunta de la película de J. Ford Straight Shooting, en cuyos enfrentamientos entre rancheros y granjeros aquellos muchachos prolongan el eco de sus rivalidades. El segundo momento abarca la andadura del protagonista y otros amigos y familiares enfrentados en la guerra. Y el tercero se localiza en 2002, con las reuniones familiares en las que Ricardo Miranda graba los testimonios orales que su padre hilvana con sus recuerdos de lo ocurrido en la guerra.

Estos testimonios, combinados con otros informes complementarios, son después organizados en forma de novela por la hija de Ricardo y nieta del protagonista en 36 capítulos que, salvo los 6 de la “Introducción” (dedicados a experiencias de infancia y adolescencia), comienzan con fragmentos del certificado de servicios de Luis durante la guerra. Es verdad que Adriana se declara historiadora y, como tal, defiende su cometido de “recomponer mosaicos”,ciñéndose a “los hechos acaecidos” (pág. 391). Pero su texto no es un libro de historia, sino una novela. Y una novela se rige por otras leyes, por más que Adriana se presente como “modesta narradora” (pág. 302), llegando a esparcir en el texto algunas consideraciones metanarrativas que no van más allá del tópico. Por ello el constante juego de narradores y paranarradores y una hábil dosificación de lo ocurrido en el momento del disparo que hará del protagonista un mutilado de guerra, aun siendo interesante, no resulta bien aprovechado para lograr una buena novela.

Fuente: http://www.elcultural.es/ – Ángel Basanta

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