POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
«¡Venga ya, carallo, San Pedro! Dése prisa y avise a don José Fernández ‘el Profesor’ y a su hijo don Rafael, músico, poeta, corresponsal de prensa, confitero, que ya llega al cielo MARICHU, la sobrina de Falín (don Rafael), eficaz y entusiasta continuadora de su invento respostero: LOS CARAJITOS DEL PROFESOR, hoy ya centenarios.”
Así exclamaba, voz en grito y con escandalosos aspavientos, el que en este mundo fuera Premio Nobel de Literatura y Académico de la Lengua, don CAMILO JOSÉ CELA.
– ¡Cálmese, don Camilo! Y dígame quiénes son esos señores porque llamándose José o Rafael y con apellido Fernández, tengo una lista poco menos que infinita.
– ¡Coño, Pedrín, para ser santo es usted pero que muy inculto! Lea, lea en mi «Diccionario secreto» la palabra CARAJITO y entérese, si es que sabe leer y entender, insinuó don Camilo.
– ¡Hombre, don Camilo! -argumentó San Pedro- comprenderá que yo no debo leer esas «guarradas» que usted escribe. Así que, por favor, explíqueme usted lo que crea conveniente y sea prudente en sus dichos, si es que puede.
Así se explicó el Académico:
«Carajito. Confite de almendra o avellana, clara de huevo y azúcar. Con este nombre -aunque con forma diferente a los carajitos de almendra madrileños- los fabrica don Rafael Fernández y Fernández, alias Falín y El Profesor, que además de confitero es funerario, dueño de un bar, corresponsal de los periódicos, solista cantor de zarzuelas (y en bodas y funerales) e intérprete al órgano y al armónium.»
Evaristo Arce, periodista y recientemente nombrado «Hijo predilecto de Villaviciosa», apuntaba este dato el diario LA NUEVA ESPAÑA el 7 de marzo de 1968 : De Salas se llevó don Camilo como souvenir varios «carajitos del profesor», unos dulces riquísimos y originales.
Así que, don Pedro, avise a Pepín y a Falín y vaya abriendo la puerta celestial que llega Marichu ¡Rápido, coño!
San Pedro ya no quiso saber quién era Marichu. Se lo explico yo.
Don José Fernández era el padre de Falín y este, tío de doña MARIA TERESA LLAVONA FERNANDEZ a la que enseño, como si fuera su hija, todos los secretos que el poseía de confitería, de música, de canto y de cariño a sus clientes y amigos.
MARICHU, que así se la conocía, era ciencia, simpatía, amor a su Salas y a la Virgen del Viso, amor a sus hijos, cariño a sus clientes, fidelidad a sus amigos… Fue la gran continuadora de la hoy dulcería más típica de Salas, los CARAJITOS, tesoro de la artesanía dulcera asturiana.
Marichu acaba de fallecer hoy, 13 de mayo, no diría que bajo el manto de la Virgen de Fátima sino bajo el de la VIRGEN DEL VISO y con la mirada del alma en ese cielo donde la esperan don José y don Rafael con las avellanas ya molidas, el azúcar, las claras de huevo y ese «otro ingrediente secreto» que solamente conocen sus hijas Carmen, Teresa y Reyes… y, perdón por el atrevimiento, un servidor de ustedes.
Gracias, Marichu, por tu ejemplar lección de trabajo y de servicio. San Pedro, obediente a las órdenes de Cela, ya te espera EN EL CIELO JUNTO CON TUS MAYORES.
Tus hijas siguen con entusiasmo tus enseñanzas, al igual que lo harán los «ángeles confiteros» cuando te vean amasar la pasta de los carajitos, tocar el acordeón y cantar habaneras.
¡Ah! Y ruégales a los Santos, ya tus amigos, que «nos echen una mano» para que podamos «seguir p´alante».
Lo necesitamos.