POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA.
En esta Murcia de la Unión Europea, que Bruselas queda a un paso aunque allí no sepan que un paso es una tarima, con sus varas y sus flores, y sus imágenes encima, aún queda un reducto nazareno que se resiste y revela a perder la esencia de la Semana Santa murciana: la algarabía y el jaleo, el desorden aparente, como un reloj de mil piezas desarmado sobre la mesa del itinerario nazareno y que, solo unos segundos antes de arrancar la procesión, con el golpe de campana de las siete de la tarde, vuelve a componerse para marcar con absoluta precisión la hora de la Pasión. Esto sucede en San Antolín. Porque San Antolín no es Murcia.
FUENTE: https://www.facebook.com/Abotias http://antoniobotias.es/perdon-que-todo-lo-arrasa/?fbclid=IwAR2OcwFR3ZQBrurtx6JYRJhkn3PGQwYVAG0AFGToI-bz0_4LFKHF4ja_nUo