POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

Cuando a primeros del mes pasado, mes en que se festeja a San Alberto Magno, patrono de los Químicos, la alcaldesa de Colunga, Sandra Cuesta, me comunicó oficialmente mi nombramiento como HIJO PREDILECTO DE COLUNGA, mi Concejo, vivo no se si en una nube de fantasía o en una especie de noria mental donde todo me da vueltas alternando alturas y suelos en velocidad vertiginosa.

En el pasado siglo, que yo sepa, solamente dos personalidades colunguesas han conseguido ese honor de predilección municipal: el General don Juan Vigón y el Profesor don Francisco Grande Covián.

¿Cómo me atrevo yo a competir en categoría humana e intelectual con esos personajes de gran altura en el campo militar, el primero, y en el científico, el segundo?

En el ámbito militar alcancé el grado de ALFÉREZ DE COMPLEMENTO, en el Arma de Ingenieros (con buen número de escalafón, es cierto) y en el científico me esforcé por ser un buen PROFESOR DE FÍSICA y en escribir unos cuantos libros sobre Física, Química, Tecnología Industrial, Electrotécnica, Mecánica y Problemas explicados y resueltos sobre estas materias. Pasan de 120 textos editados

Mi vertiente de «historiador aficionado (pero entusiasta)» me llevó por otros caminos editoriales. Libros sobre Colunga, sobre Gastronomía asturiana y española, sobre costumbrismo… Superan los 80 ejemplares. Después, conferencias, artículos en periódicos y en revistas. Son varios miles. El diario LA NUEVA ESPAÑA me abrió sus puertas y en él colaboré semanalmente durante casi 30 años.

Nací en San Juan de Duz, precioso núcleo urbano encerrado en un paréntesis de belleza entre la sierra del Sueve y el mar Cantábrico; viví mi niñez entre ancianos y ancianas residentes en la Unión Social Católica, que me enseñaron costumbres y tradiciones antañonas y hasta cuplés; estudié en la escuela de San Juan con doña Aurora, en el Colegio de Colunga con don Manuel, el bachillerato en el Colegio de la Inmaculada (PP. Jesuitas) de Gijón ; y la Licenciatura en Ciencias Químicas, en la Universidad de Oviedo.

Fui director del Colegio de Enseñanza Media de Sahagún (León) durante 7 cursos y después, hasta mi jubilación, profesor de Física en mi colegio de bachillerato. Colegio de la Inmaculada, Jesuitas, Gijón.

Fui galardonado por entidades científicas, culturales, profesionales, gastronómicas, municipales…

Es cierto que viví una vida en la que los éxitos ocultan aquellos fracasos que todos sufrimos y que hoy, con 80 años bien cumplidos, al «echar la vista atrás», creo que hice realidad lo que en su día me aconsejó el Profesor don Siro Arribas, mi catedrático de Química Analítica: «Mire, Fidalgo -me dijo- nunca se limite a cumplir con su deber porque si lo hace, ya no cumple con su deber. Usted es científico, esfuércese en saber cada día más y en conseguir que los demás también lo sepan. ¡Nunca deje de escribir!».

Hoy, al revivir mis recuerdos con esa intensidad que dan la emoción y el agradecimiento, me veo acompañado por todos los que en su cariño forjaron mi personalidad. Y entre ellos destacan con luz de amanecer, mi tía PALMIRA, que fue mi «mamina» desde que nací hasta su muerte, en mi entrada a la adolescencia; después, desde entonces hasta el presente, a la FAMILIA FIGAREDO MONTOTO, que son -no sé cómo decirlo- más que mi familia porque su amor siempre fue más allá de lo meramente familiar.

Mañana, viernes 6 de diciembre, cuando ustedes me vean honrado por el Ayuntamiento colungués en el acto solemne que tendrá lugar en la Iglesia Parroquial a las 7 de la tarde, comprenderán mi «mi nube de felicidad» al sentir a mi lado la alegría de tres almas que desde el cielo forjaron mi éxito: PALMIRA FIDALGO, ANTONIO FIGAREDO SELA y su esposa CARMEN MONTOTO CUERVO.

A todos ustedes, Corporación Municipal de Colunga, amigos, familia de San Juan, esposa, hijos, nietas, familia política, antiguos alumnos, cofrades gastronómicos, Cronistas Oficiales, profesores del Colegio de la Inmaculada, colungueses… a todos, todos, MUCHÍSIMAS GRACIAS.