POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Conducía por la A-8 hacia Castropol para dar una charla en Foro Comunicación y Escuela, quise escribir unas notas y salí por Jarrio; me detuve en un ancho arcén de la N-634 y al instante me acechó un Jeep de hacha y espada para denunciarme, o sea sancionarme (es automático). Expliqué al civil que estoy del lado de la civilización, confesé mi empatía por el haz de varas, mostré mi llavero-tricornio, quizá hablé de mi amistad con el coronel Deala, que podía yo interceder para que, por su celo y su destajo, le concedieran un Colt-45 de cachas de nácar, y juraría que le ofrecí mi guía, “Pravia en 101 emociones”, pero mantuvo el tipo y tecleó: “Se encuentra parado en el arcén, sin señales, tomando notas en un papel. 80 euros”. Ocurrió el miércoles a las seis, cogí su matrícula (termina en 1U) y me quedé con su coronilla, que anuncia alopecia. Salvo que fuera sordo, ¿no habrá manera de ascenderlo?
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