POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Piedrafita viene del latín “Petram fictam”, piedra clavada, mojón, de “fictus-a-um”; de ahí finsu, finxu, fiensu, “hisu”, piedra que sirve como hito, orientación en el camino, y de ahí los topónimos: El Fiensu, Fiensón, El Fiensín, El Fitu, La Conhita, Confitas, Conforcos, Fitoria, Fitories, Parafita, Peramartín y Piedrafita, y de ésta última: Piedrafita de Gedrez, en Cangas de Narcea, que muy bien podría referirse a una piedra sagrada; Piedrafita de Rioturbio, en la sierra de la Matiná, y Piedrafita de Turón, en el monte Polio, ambas en Mieres; Piedrafita de Riosa, Piedrafita de Ponte, en Tineo, que cita Jovellanos en sus Diarios; Piedrafita de Santiago, en Valdés, donde se localizaron túmulos megalíticos, es decir, piedras hincadas, y finalmente Piedrafita de Vallés, donde hubo un dolmen o un hito, un límite de fronteras, en Villaviciosa. Todo tiene sus límites.
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