PIMIENTOS CASTELLANOS Y EXTREMEÑOS PARA UNA HSTORIA AVILESINA
Sep 20 2016

POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

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Septiembre es con su soles y fríos otoñales el mes en el que los pimientos, esos pimientos grandes y carnosos, juegan «al juego de colores» en su simultaneidad de y rojos y verdes.

Mi amiga de Facebook -y deseo que también de ustedes- GELI LÓPEZ me envía esta preciosa foto de sus «pimientos huertanos y colungueses», que son una tentación de guiso.

Y ahora, con su permiso, les cuento una historieta curiosa.

Tiene su origen en el precioso pueblo palentino de Villalcázar de Sirga y más concretamente en su iglesia de Santa María la Blanca.

En ella, entre otras reliquias, se encuentra el sarcófago donde yacen los restos de la infanta doña Leonor Ruiz de Castro y Pimentel, fallecida en 1274, que fuera segunda esposa del infante don Felipe (la primera fue una dama noruega), hermano del rey Alfonso X el Sabio.

Este sarcófago sufrió serios y graves deterioros al cabo de los años y siempre se procuró su restauración lo más fiable posible; siendo la última -si no me equivoco- la realizada en 1926.

¿Y qué sucedió?

Pues que el tallista-escultor, sabedor de que la infanta «asía algo con su mano izquierda» y viendo que su apellido era Pimentel, le colocó un PIMIENTO en esa mano «vacía».

El buen hombre ignoraba que PIMENTEL es apellido judío y significa «tierra o campo de pimienta».

Y de esta fantasía viene el susto. ¿Cómo es posible que ya hubiera pimientos en la España del siglo XIII si esta planta llegó a nuestro país? -así lo cuentan López de Gomara y Pedro Mártir de Anghiera- en el segundo viaje de Colón; es decir, ya en el siglo XVI.

Los historiadores gastronómicos navegan en un «proceloso mar de dudas»… Cosas.

Ahora les cuento otra historieta, que hoy estoy de buen humor.

Transcribo literalmente lo escrito hacia 1927 por Dionisio Pérez, «Post Thebusem» en su «Guía del Buen Comer Español», capítulo
dedicado a la cocina Asturiana:

«… hace años se servía en Avilés un curioso plato de PIMIENTOS RELLENOS CON MANOS DE CERDO, deshuesadas y luego fritas a trocitos, que era cosa deliciosa y con que ganó bastante fama un cocinero llamado Francisco Díaz».

Pues, ¿quieren creer que comiendo yo en el entonces mejor restaurante de Logroño -La Merced-, hoy desaparecido, se me informó que uno de los platos estrella, invención de la casa, eran «pimientos rellenos de manos de cerdo»?

Quedaron pasmados cuando les informé de la historia avilesina.

Alterando un poco la fórmula antigua, los prepararemos así:
Ya bien limpias, cuecen las manitas de cerdo en agua con sal, cebolla, zanahoria, ajo y un puerro. Ya tiernas, se sacan, escurren, enfrían, se deshuesan y cortan en trozos medianos.

Después se guisan como si fueran callos.

Se eligen pimientos de tamaño mediano, se ahuecan quitando la base, y se rellenan con las manitas guisadas. Se rebozan en harina y huevo batido, se fríen y disponen en una cacerola con el guiso (salsa) de las manitas y dan unos hervores hasta que estén cocidos.

Se sirven en cazuela de barro acompañando con patatas fritas.

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