POR JOSÉ MARÍA FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (OVIEDO)
Esto de la modernidad me tiene anonadado.
No entiendo nada.
Me temo que nos están cambiando el lenguaje, el modo de designar las cosas y de definir los conceptos.
El «ingles» (¡odio al inglés, enemigo de nuestros padres!) nos invade y nos inculturiza.
Un servidor, profesor de Física durante muchos años, siempre llamó «claustro de profesores» al equipo docente reunido para tomar decisiones relativas a la educación del alumnado; bueno, pues me entero, ahora que soy viejo, que lo más novedoso es decir TEAM TEACHING, que, mejor o peor pronunciado («tin tichin), suena a chino.
Actualmente -tal parece que es descubrimiento del hoy- están de moda los concursos y certámenes de pinchos y tapas, que muchos dan en llamar «pintxos», «minicocina», «delicatessen»…
Miren ustedes: si vamos al diccionario nos enteraremos que la palabra REFRIGERIO, preciosa por cierto, deriva del latín «refrigerium», con el significado de «pequeño alimento que se toma para reparar las fuerzas».
Y siguiendo la cosa hallaremos que la palabra TENTEMPIÉ (¡qué bonita y qué expresiva!) define el mismo concepto: reponer energías para seguir activo.
Sigamos.
Dícese que la palabra TAPA tiene origen andaluz y que se empleaba en bares y tabernas para cubrir, con un rodajita de pan y embutido, los vasos de vino que se servían a los clientes y, así, protegerlos de las moscas.
Otros cuentan que es conventual puesto que las monjas, al obsequiar a sus visitantes con un «vinillo dulce», tapaban el vaso con una galleta.
¿Y lo de PINCHO?
Pues verán: ¿Se acuerdan del éxito que obtuvo una película, allá en los finales de la década de 1940, dirigida por George Cukor e interpretada por la actriz «sex symbol», de origen hispano irlandés, llamada Margarita Carmen Cansino?
Seguro que no la recuerdan; a no ser que ahora les diga que esa película se titulaba GILDA y que la genial Margarita era nada más y nada menos que RITA HAYWORTH.
Pues sucedió que en esos años un hostelero donostiarra dio en obsequiar a sus clientes con un modesto PINCHO: en un palillo englobaba una aceituna, una anchoa y un trozo de pimiento encurtido en vinagre.
A ese pincho lo bautizó con el nombre de GILDA, designación que aún se mantiene en los bares y cafeterías vascos.
En Colunga, que somos muy clásicos, tenemos otra expresión más adecuada al caso.
Decimos «tomar les once» a ese refrigerio o tentempié de media mañana.
¡Ah! Y si es de tortilla española… mejor que mejor.