POR JOSÉ MANUEL JEREZ LINDE – CRONISTA OFICIAL DE GUADAJIRA (BADAJOZ)

Empujaba Severiana su peculiar carro de chucherías, renqueando, con paso lento por las calles de la localidad. Pregonaba pipas y caramelos al son del chirrido de los ejes del carrito, algo que acabó por resultarnos tan familiar como su fatigada voz. Las débiles ruedas con llantas de goma blanca, reutilizadas junto con el manillar de un coche de bebé, fueron adaptadas con acierto en aquel cajón de madera que atesoraba todo lo que un niño pudiera desear (fig. 1).

En los inviernos buscaba cobijo en el porche del Hogar Juvenil, en el rincón junto a la puerta de entrada. Su figura enlutada era habitual en las tardes de domingo. Cubierta con su toca de gruesa lana, y un pañuelo negro anudado bajo la barbilla. Sus pequeños ojos bajo aquellas lentes gruesas parecían retar incluso las bajas temperaturas. Llorosos pero sabios a la hora de contar los diminutos céntimos que atesoraba envueltos en un pañuelo. “El paseo” como siempre se llamó a la calle de “Las Mercedes” fue escenario del ir y venir de pandillas de adolescentes y parejas de novios en los atardeceres. Una especie de ritual que se repetía con cada tarde, como único aliciente social en un pueblo que comenzaba su andadura. Y en estos paseos, el carro de la señora Severiana, abastecía de pipas las fluidas conversaciones de esos jóvenes. El verano, sin embargo, era totalmente diferente y tras la siesta de rigor esperábamos el carro de Severiana que ofrecía polos de hielo caseros, tan celebrados en las largas tardes del tórrido verano. Las niñas coleccionaban aquellas láminas de mariquitas recortables, con vestidos y complementos fácilmente intercambiables (fig. 2). Recuerdo los pequeños relojes de hojalata, con pulsera de goma elástica y esfera de plástico, los chicles “Niña” y sus cromos de indumentaria femenina, las pipas Pari tostadas en Coria del Río (fig. 3), las bolitas de anís contenidas en miniaturas de plástico. Los encuentros de fútbol en la Era Vieja, junto a las niaras de paja y Severiana con su cesta de pipas y caramelos (fig. 4).