POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
¡Profe!, me «abordó» ayer un antiguo y recordado alumno cuando yo iba «al arradio» para hacer el programa de los jueves en LA BUENA TARDE (RPA), ¿por qué no cuenta algún día aquello de los bombones que tanto le gustaban de niño y eran medicina contra las lombrices?.-Alguna vez lo comenté con mis hijos y NO ME CREEN . Bueno, no me extraña porque NOSOTROS TAMPOCO LE CREÍAMOS cuando nos lo decía en clase.
Nada tiene de extraño que los nenos de hoy y los rapazos de ayer nunca hayan oído hablar de las LOMBRICES INTESTINALES, o «Ascaris lumbricoides», que así las llaman los zoólogos. Estas lombrices, antaño muy frecuentes en la «población infantil» y hoy casi desconocidas por los médicos jóvenes, son unos gusanos nematodos (del griego «nema», que quiere decir con forma de hilo grueso), con aspecto cilíndrico terminado en punta y una longitud entre 10 y 15 cm., su color es blanquecino y «viven parasitando» en el intestino de las personas y con especial predilección en el de niños y niñas.
Su «padecimiento» no suele ser grave aunque, eso sí, es causa de desagradables molestias: pesadillas y terrores nocturnos durante el sueño, rechinamiento de dientes al dormir, pérdida de apetito, ojeras, decaimiento, tos seca, picor en el ano, en la garganta y en las narices… y, por supuesto, presenta de estos parásitos en las heces.
¿Cómo se combatían?
La «melecina popular» que yo conocí y viví era, para estos casos, muy clara: AJO y más AJO (ajo, la planta; no el de «a jodeses»). Se suministraba al enfermo, en tomas de mañana y noche, un majado de ajo crudo desleído en leche (brebaje que sabía a demonios) y complementado con un diente de ajo moldeado como un supositorio y administrado, lógicamente, por vía rectal. Había gentes que aconsejaban colocar debajo de la almohada, en la cama del niño, una cabeza de ajos.
Pero héte aquí, amigos lectores, que había un remedio mucho mejor y más sabroso que el ajo. Un «remedio» que hizo famoso y millonario a sus «comercializadores», los fundadores de los Laboratorios Pfizer en 1849. la SANTONINA.
¿Qué es la santonina? Pues se trata de una sustancia, de notables efectos vermífugos, existente en las cabezuelas floridas del santónico; planta que los botánicos denominan Artemisia marítima.
Pero, ¡oh dolor!, la santonina tiene un sabor tan amargo que resulta enormemente desagradable su ingesta ¿Solución? Enmascarar esa sustancia con otras de sabor apetecible como el CHOCOLATE y el CARAMELO.
De este modo fueron varios los farmacéuticos asturianos los que utilizaron fórmulas magistrales para elaborar BOMBOINES, CARAMELOS, TABLETAS, BIZCOCHOS…enmascarando la santonina y eliminando las lombrices de los intestinos infantiles.
En Oviedo, por ejemplo, fueron famosas las tabletas de chocolate de don César Galbán que en los finales del siglo XIX tenía farmacia en la Calle o Plaza del Sol, y después la trasladó a la calle de Uría. A su muerte, en los primeros años del siglo XX, su viuda la vendió a don Mauro Álvarez Gendín quien, según tengo entendido, elabora unos BIZCOCHOS VERMIFUGOS de probada eficacia.
Y, ¿saben una cosa? La santonina es «un poco tóxica» y su consumo excesivo provoca trastornos en la visión (se ven las cosas de color amarillo). Esto no lo sabíamos los nenos y, si podíamos, intentábamos comer más bombones de los recomendados y… ¡hala, visita al médico y dos bofetadas pedagógicas para no reincidir en «el robo»!
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