POR MANUEL CAMPOS CARPIO, CRONISTA OFICIAL DE TORREDONJIMENO (JAÉN)
En el primer mileno antes de Cristo llegaron los primeros olivos a la Península con los fenicios, pero estamos ya muy lejos del olivar de la Antigüedad.
Al menos desde el siglo XVIII, el objetivo del cultivo del olivo es maximizar racionalmente los rendimientos, aunque a España llegó tarde la modernización.
Se trata de obtener cantidad y calidad optimizando los costes, incluso en el cultivo tradicional actual. Otras modalidades son olivar intensivo u olivar superintensivo.
El sistema intensivo de cultivo del olivo consta de olivos aislados con la copa en forma cilíndrica, olivos jóvenes de un pie colocados en marcos de 6 x 6 o de 6 x 3 metros, con lo que se consigue unas densidades de entre 200 y 600 árboles por hectárea,
En el olivar superintensivo los olivos tienen forma de seto -de jardín-, con 1500 plantas por hectárea, totalmente mecanizado. Un problema es que se debe renovar las plantas cada 15 años.
Desde el siglo VI a. C. en adelante, el olivo se diseminó a través de los países, llegando a Túnez y la isla de Sicilia e Italia.
Hay autores que, sin embargo, sostienen que la introducción del olivo en Italia se remonta a 300 antes de la caída de Troya (1200 a. C.). Otro investigador, Penestrello, afirma que es probable el olivo llegara a Italia durante el reinado de Lucius Tarquinius Priscus (616 – 578 a. C.), posiblemente desde traido desde Tripoli.
DATOS PARA EL RECUERDO (ESPAÑA)
El cultivo del olivo fue introducido en España durante la dominación marítima de los Fenicios (1050 a. C.), pero no se desarrolló de forma notable hasta la llegada de Scipio (212 a.C.). Al concluir la III Guerra Púnica, los olivos ocupaban una gran franja del valle del Betis (Guadalquivir) y se extendían hacia el centro y las costas mediterráneas de la Península Ibérica, incluyendo Portugal. A partir de la ocupación romana se generaliza el cultivo del olivar, sobre todo en la actual Andalucía, entonces Baetica.