POR JOSÉ PASCUAL MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PLIEGO (MURCIA)
Si fuera un literato, podría escribir un libro con los recuerdos que evocan las cosas que me salen al encuentro. Las mallas de caracoles me recuerdan los cachirulos colgados en la salida al corral llenos de caracoles o de serranos, donde se tenían un tiempo para curar los caracoles. Pero, sobre todo, me traen a la memoria los paseos a la huerta de Pliego. Mientras mi madre segaba la alfalfa, mis amigos y yo buscábamos caracoles entre las matas de las lindes. Añadidos a los que aparecían entre la alfalfa, los traíamos al pueblo como un tesoro. Mi madre nos preparaba grandes fuentes de chupaeros que eran un manjar en nuestra merienda y cena que teníamos en la antigua cocina como hermanos.