POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Hoy quiero recordar en estas líneas a nuestra querida Coral La Moraña, la coral a la que pertenezco desde su fundación hace por ahora treinta años, y por tanto quiero pedir licencia para escribir sobre nuestras cosas, en este caso vistas desde dentro, pero las sensaciones sentidas en esta turné por el principado me llevan a ello.
Estas masas corales no profesionales están viviendo momentos en que raras actuaciones son contratadas, y por ello se mantienen con alguna ayuda municipal en algunos casos, como el nuestro, pero básicamente superviven con las aportaciones de los propios coralistas. Podríamos decir que actúan por amor al arte, nunca mejor dicho, por amor a la música que nos llena de sensaciones, por amor a la música polifónica, y por ello, el placer de cantar se cultiva con intercambios culturales con otras corales de las muchas que se encuentran en semejante situación.
También es una forma de conocer otras agrupaciones y otras tierras, de hacer turismo, ese que actualmente denominamos “turismo cultural”. Y así, en esta ocasión la coral arevalense ha entrado en intercambio con una coral asturiana, concretamente con la Coral de Grado y con sus integrantes que forman la Asociación de Amigos de la Música. Una masa coral que tiene una gran trayectoria de diez años promoviendo la música en general y la coral especialmente en aquella bella ciudad asturiana. Y tengo que reconocer y decir con toda sinceridad la gran acogida y las atenciones que nos han prestado.
El acto cultural que enmarcó nuestra actuación y la de la coral de Grado, dentro del “XIII Concierto Coral Valentín Andrés” un hijo preclaro de la villa, por tanto un concierto consolidado, y que se desarrolló en la iglesia parroquial de San Pedro, un templo que registró muy buena entrada de público, casi lleno, una gran entrada teniendo en cuenta que el acto se enmarcó en una programación de la importante fiesta de la “I flor”, con otro concierto de música de cuerda y una verbena popular en su plaza, casi al tiempo. Abrió el acto la coral local, muy prestigiosa y querida entre sus paisanos, para ser nuestra coral arevalense la que ocupó la segunda parte. Un gran concierto con un repertorio popular y español que fue muy bien recibido. Al final, ambas formaciones entonamos emocionados el “Asturias patria querida” que emocionó tanto a lugareños y como a visitantes, igual que antes lo había hecho el “Canto a Castilla” que es nuestra seña de identidad allá a donde vamos. Mucha emoción, muchos sentimientos y mucha buena música.
Coincidiendo estas fechas de fiesta en Grado con nuestra fiesta de la comunidad, el día de Villalar, realizamos un puente para también hacer turismo. Y así, con el cuartel general en Oviedo, realizamos excursiones por la costa occidental del principado, los bellísimos pueblos costeros de Cudillero y Luarca, y la ciudad de Avilés, su casco antiguo con sus dos núcleos actualmente unidos, la Villa y Sabugo, el barrio de pescadores. Un día muy completo, con David, un guía extraordinario, y la visita de mi colega y amiga la Cronista de Avilés, Mª Josefa Sanz, que nos acompañó durante la tarde. Un lujo de acompañantes que nos deleitó en grado sumo.
El domingo la visita giró en torno a la propia ciudad de Oviedo, la bella y pulcra ciudad norteña, siempre agradable y siempre sorprendente, que sigue reservándonos buenos momentos, tanto sea en visitas personales como en grupo, un enorme grupo compuesto por los coralistas y los acompañantes.
Un hermoso puente de nuestra fiesta de comunidad que muchos pasaron en Villalar y otros muchos viajamos a diferentes lugares y por diferentes motivos. En Asturias vimos a más gente de Arévalo… parecía que nos habíamos puesto de acuerdo.
En definitiva, que de nuevo la Coral La Moraña de Arévalo ha paseado y representado muy bien a nuestra ciudad con nuestro estandarte musical. Como siempre.