POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
Francisco Javier Ortega Smith-Molina, de Vox, concejal por Madrid y diputado en las Cortes Generales, comienza su aislamiento el 9 de marzo por contagio del coronavirus; Irene Montero, ministra de ministra de Igualdad, de Unidos Podemos, también infectada, que comienza su cuarentena el 11 de mismo mes junto a su pareja Pablo Iglesias, vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030 del Gobierno de España. El 22 de abril, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, da positivo en coronavirus, estando obligada a un aislamiento. A la lista de políticos que han sido contagiados del virus Covid-19, hay que añadir a la ministra de Política Territorial, Carolina Darias; al líder de Vox, Santiago Abascal, a la vicepresidenta primera y ministra de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, María del Carmen Calvo, entre otros.
En Torrevieja también pasaron cuarentena diputados valencianos y murcianos que debían presentarse en Cádiz para la constitución de las Cortes del año 1810. En la Real Orden de 18 de julio se estipulaba que se iniciaban las sesiones de Cortes para el mes de agosto, con lo que en julio se inicia el viaje de los diputados de toda la Zona de Levante para trasladarse a Cádiz.
En este momento España está ocupada por las tropas francesas y el traslado de los diputados valencianos y murcianos por tierra era imposible. Por mar la situación era también complicada por los ataques de los corsarios franceses en la costa mediterránea.
D. Joaquín Lorenzo Villanueva escribe una descripción detallada de todo el viaje de aquellos diputados en su libro: “Mi viaje a las Cortes”. “En la tarde del día 26 de julio salí de San Felipe para Cartagena”, comienza su narración, haciendo hincapié en cómo se les propuso embarcarse “en el místico de guerra mandado por Mula que salía aquella noche para Cádiz. Pero teniendo en consideración a los corsarios que cruzaban por la costa de Granada, y á que por esta razón habían desestimado aquel barco los Sres. D. Nicolás y D. Isidoro Martínez Fortún, y el P.D. Simón López, Diputados de Murcia, me excusé igualmente”.
Villanueva cuenta cómo algunos diputados iban llegando a Cartagena poco a poco. “A los pocos que nos hallábamos unidos en día 3 de agosto, nos pareció oportuno dirigir una representación a S.M. por medio de un correo extraordinario, pidiendo un buque seguro para nuestro viaje”. Los correos solicitando barcos se sucedieron, pero los resultados fueron infructuosos porque la mayoría de los navíos acababan destinándose al traslado de tropas. Estando en esta situación, se declara en Cartagena una epidemia de fiebre amarilla, lo que les impidió su traslado en cualquier navío.
Finalmente, un brote de fiebre amarilla hizo que la urgencia por salir de la ciudad les llevase a buscar otras formas de viajar. Pidieron pasaportes para acudir hasta Torrevieja. Superados los trámites de la Junta de Sanidad, que incluía la fumigación de diputados, familiares y equipaje, acordaron trasladarse a nuestro pueblo. Al llegar les pusieron en cuarentena por temor a que trajesen con ellos la terrible fiebre amarilla.
Llegaron a Torrevieja el 11 de septiembre en galeras, calesas y carros de campo, encontrándose con que debían entrar en cuarentena, a su llegada, la población se alarmó al sospechar que pudieran traer consigo la enfermedad. La Junta de Sanidad de Torrevieja determinó ponerlos en cuarentena de observación en el “fuerte nuevo” -baluarte que más tarde se convirtió en faro- y en las casillas recién hechas a su alrededor. Cuenta Villanueva:
“Era de noche y estaba lloviendo; detuvieron sus carruajes a la entrada; duró esta operación cerca de una hora: el remate fue conducirnos a la cuarentena, donde se descargaron los equipajes, y cada uno se acomodó como pudo. En una casita se colocaron los Sres. Pelegrín, Barreda, conde de Buenavista y marqués de Villamejor. En el fuerte los demás como en cuartel, ocupando el pabellón del oficial los Sres. Melgarejo y Cano. Los Sres. Rovira, P. D. Simón, y los dos Martínez, que no vinieron con nosotros y retrocedieron cuando llegó a su noticia nuestra cuarentena, se presentaron al día siguiente y fueron colocados en la casa llamada Torreta, donde pasaron la temporada de observación, hasta que a todos se nos dio por sanos y libres de toda sospecha de contagio. El Sr. Veladier que traía el criado enfermo de terciana, se le alojó en una habitación aislada, donde permaneció hasta el fin de la observación en que se trasladó al pabellón de la batería.”
Pasado el día 12, en que se recobraron un poco del susto, no perdiendo de vista su embarco en algún buque que los condujera a Cádiz, dirigieron oficio al gobernador de Alicante, indicándoles que debían tomar las precauciones de ordenanza, no quedándoles más opción que continuar la cuarentena a menos que la junta de sanidad de Torrevieja les levantara el confinamiento.
El 24 de septiembre el administrador de Torrevieja, Antonio Hidalgo y Calvo, envió a los confinados una copia del oficio del corregidor y gobernador de Orihuela Juan Francisco Gascón, dándose por entendido de la orden que a petición de los diputados le comunicó Betancourt para que les proveyera para la navegación de los víveres que les pidieran, ofreciéndose Hidalgo con la mayor atención y cortesanía.
Por fin, el día 7 de octubre, fondearon en Torrevieja dos navíos que habían de trasladarlos a Santa Pola. Aquel día los diputados se despidieron de loa vecinos de Torrevieja, dice Joaquín Villanueva: “[…] mostrándoles la debida gratitud a los buenos oficios que habían practicado con todos nosotros, y a la favorable acogida que habíamos experimentado en sus casas. El día 6 entes de las nueve de la mañana me encargaron los compañeros que celebrase una misa por la felicidad de nuestro viaje y de la causa nacional. Asistieron a ella todos los señores y nuestras familias y gran parte del pueblo. Al fin rezamos la Letanía de Nuestra Señora con preces y oraciones alusivas a nuestras necesidades. Este acto religioso fue de mucha edificación para aquel pueblo”.
En la madrugada del 8 de octubre lograron embarcarse en dos ‘místicos’ junto a sus familiares, y partiendo desde Torrevieja rumbo a Cádiz, pasando por Santa Pola para cambiar a dos embarcaciones: ‘Héroe’ y ‘Venganza’, no sin antes haber sido fumigados antes de ser admitidos a bordo, juntándose con algunos otros diputados que trataban de llegar hasta la ciudad gaditana. Tras días de navegación al borde del naufragio por un fuerte levante, los diputados que viajaban en aquellos buques vislumbraron Cádiz y llegaron a la isla de León el día 23 de octubre.
Todos no, el secretario del diputado José María Veladier, aquejado todavía de fiebre tercianas, quedó retenido hasta el 23 de diciembre de 1810, en que el administrador de las salinas Antonio Hidalgo le firmó un pasaporte que pudiera marcharse tras pasar la Nochebuena en Torrevieja.